Hoy recordamos del día del maestro en Paraguay.
Me acuerdo cuando entré por primera vez a la entrevista con la Directora de la Escuela Integrada en el año 1998. Fui de corbata, traje, maletín y mi curriculum, algo inusual para este país. Me dijo que había un puesto de voluntario en el nivel inicial. Salí de la entrevista y me senté en una banca y pensé algo sorprendido -seré voluntario del grado Inicial- recuerdo que esa noche no podía dormir, pensaba, qué haría yo en ese nivel de niñas y niños con necesidades educativas especiales.
Las mejores experiencias las tuve en esa aula, desde leer cuentos, jugar con títeres, las salidas a la comunidad, disfrazarme constantemente de payaso, de árbol, de libro, de científico o de gigante, limpiar las mesas después de entrenar habilidades básicas o de comida, ya que algunos vomitaban, y ni que decir, el tiempo que me llevó en el baño el entrenamiento para control de esfínter. También las mordidas, berrinches y pataletas, la reparación constante de mis lentes pues volaban cada vez que alguien me los agarraba o agredía, el aprender a manejar el grupo y las técnicas apropiadas para ayudarles a aumentar sus habilidades sociales, el trabajar con cada uno en forma individual y a la vez en la grupal, el trabajar día a día con las familias, dando sugerencias reales, y sin falsas expectativas, trabajando criterio real. En la puerta del aula, escribí y puse un texto largo que decía “Mami, la importancia de enseñar las habilidades básicas” bien explicativo el cual leían y preguntaban, así hablaba con las mamas de eso y de las alternativas comunicacionales, sociales del lenguaje funcional y aumentativo.
Me fui formando, informando y capacitando, para más adelanten pasar a ser asistente de aula y por fin mi sueño, lograr ser maestro de aula. Transité paso a paso lo cual me llevó a tomar con mayor responsabilidad y dedicación mi gran trabajo. Desde ese día hasta la fecha jamás dejé de trabajar con chicos con características similares. Son tantas las cosas que un maestro pasa en aula y más si hablamos de 12 chicos con necesidades educativas especiales, 12 adaptaciones, 12 planes conductuales, cada uno con sus materiales adaptados a sus necesidades para hacer el trabajo individual y la generalización a nivel grupal. Salía cansado, agotado, cuestionándome una y mil preguntas, me dirigía con mi carpeta de anotaciones del día para charlar con la coordinadora y aprender aun más del cómo trabajar con chicos con necesidades, borré de mi vocabulario que "no se puede", "que ellos no quieren", aprendí sin duda a ser más responsable, más tenaz, más creativo, apoyar mucho a la familia, ser honesto en el trabajo y fuera de él, para dar respuestas asertivas.
Con el tiempo me fuí dando cuenta que un maestro de educación especial tiene que ser apasionado, creativo, convencido de lo que hace, que le gusten los desafíos, amar, comprender la diversidad y sobre todo compasivo, abierto a sugerencias, paciente y amoroso. Tiene que ser un adulto muy consciente, significativo y atento porque la mayor parte del tiempo uno como maestro tiene que estar dedicado a su trabajo y por sobre todo a las necesidades de sus alumnas y alumnos. Como maestro de educación especial fui entendiendo, comprendiendo y asimilando que tendría una lucha diaria en contra de la educación tradicional que habla de una homogeneidad, y no de una educación heterogénea que defiende la igualdad en derechos por el solo hecho de ser personas con diferencias en sus capacidades.
Me acuerdo cuando entré por primera vez a la entrevista con la Directora de la Escuela Integrada en el año 1998. Fui de corbata, traje, maletín y mi curriculum, algo inusual para este país. Me dijo que había un puesto de voluntario en el nivel inicial. Salí de la entrevista y me senté en una banca y pensé algo sorprendido -seré voluntario del grado Inicial- recuerdo que esa noche no podía dormir, pensaba, qué haría yo en ese nivel de niñas y niños con necesidades educativas especiales.
Las mejores experiencias las tuve en esa aula, desde leer cuentos, jugar con títeres, las salidas a la comunidad, disfrazarme constantemente de payaso, de árbol, de libro, de científico o de gigante, limpiar las mesas después de entrenar habilidades básicas o de comida, ya que algunos vomitaban, y ni que decir, el tiempo que me llevó en el baño el entrenamiento para control de esfínter. También las mordidas, berrinches y pataletas, la reparación constante de mis lentes pues volaban cada vez que alguien me los agarraba o agredía, el aprender a manejar el grupo y las técnicas apropiadas para ayudarles a aumentar sus habilidades sociales, el trabajar con cada uno en forma individual y a la vez en la grupal, el trabajar día a día con las familias, dando sugerencias reales, y sin falsas expectativas, trabajando criterio real. En la puerta del aula, escribí y puse un texto largo que decía “Mami, la importancia de enseñar las habilidades básicas” bien explicativo el cual leían y preguntaban, así hablaba con las mamas de eso y de las alternativas comunicacionales, sociales del lenguaje funcional y aumentativo.
Me fui formando, informando y capacitando, para más adelanten pasar a ser asistente de aula y por fin mi sueño, lograr ser maestro de aula. Transité paso a paso lo cual me llevó a tomar con mayor responsabilidad y dedicación mi gran trabajo. Desde ese día hasta la fecha jamás dejé de trabajar con chicos con características similares. Son tantas las cosas que un maestro pasa en aula y más si hablamos de 12 chicos con necesidades educativas especiales, 12 adaptaciones, 12 planes conductuales, cada uno con sus materiales adaptados a sus necesidades para hacer el trabajo individual y la generalización a nivel grupal. Salía cansado, agotado, cuestionándome una y mil preguntas, me dirigía con mi carpeta de anotaciones del día para charlar con la coordinadora y aprender aun más del cómo trabajar con chicos con necesidades, borré de mi vocabulario que "no se puede", "que ellos no quieren", aprendí sin duda a ser más responsable, más tenaz, más creativo, apoyar mucho a la familia, ser honesto en el trabajo y fuera de él, para dar respuestas asertivas.
Con el tiempo me fuí dando cuenta que un maestro de educación especial tiene que ser apasionado, creativo, convencido de lo que hace, que le gusten los desafíos, amar, comprender la diversidad y sobre todo compasivo, abierto a sugerencias, paciente y amoroso. Tiene que ser un adulto muy consciente, significativo y atento porque la mayor parte del tiempo uno como maestro tiene que estar dedicado a su trabajo y por sobre todo a las necesidades de sus alumnas y alumnos. Como maestro de educación especial fui entendiendo, comprendiendo y asimilando que tendría una lucha diaria en contra de la educación tradicional que habla de una homogeneidad, y no de una educación heterogénea que defiende la igualdad en derechos por el solo hecho de ser personas con diferencias en sus capacidades.
Aprendí a observar sus conductas, a comprender la diversidad, aprendí a observar los diferentes procesos de aprendizajes y por sobre todo a observar las habilidades y limitaciones que me entregaban día a día cada uno de ellos. Me esforcé, me capacité, me informé, me reeduqué y utilicé toda mi creatividad ante la elaboración de planes de trabajo con el fin de luchar para que puedan adquirir, mantener y aumentar sus habilidades y disminuir sus limitaciones, fui más cuidadoso al elaborar una actividad tanto individual como grupal, aprendí a elaborar materiales para adaptar según necesidad utilizando técnicas de reciclado, me volví sin darme cuenta un artista manual, escritor para adaptar cuentos y materiales de lectura, coleccionista de miles de revistas, diarios, objetos, texturas y cualquier otro material, orientador de familias, capacitador y tutor de voluntarios, oyente fiel de las sugerencias constantes de coordinación, paciente ante la observación diaria del equipo técnico en mi aula, y en ocasiones ocupando mis tiempos libres para seguir buscando alternativas y elaborando estrategias de aprendizaje y escribiéndolas en agendas o hojas blancas, me volví visitador a domicilio para buscar otras alternativas de ayuda para el trabajo, deje las quejas por buscar nuevas alternativas, deje las derrotas del día a día por nuevos aprendizajes. Aprendí a ser más tolerante, bajar mis frustraciones frente al trabajo del día a día, amar en cierta medida los desafíos al trabajar con 12 alumnos con discapacidades graves, leves y con diferentes patologías, y en algunos casos, la enseñanza de habilidades para la vida diaria en lugar de la norma curricular. Idas y venidas por los intensos y largos entrenamientos para entrenar habilidades en el baño. Aprendí a sacar, limpiar y colocar pañales casi tan rápido como una mamá. Aprendí a contenerles en sus momentos de ansiedad, pataletas y crisis, aprendí a retener mis propias lágrimas que querían salir al ver dolor, dudas, incomprensión. Aprendí a jugar, a utilizar códigos y buscar alternativas comunicacionales.
En realidad gracias a ser maestro APRENDI A SER UNA PERSONA QUE LUCHA Y CREE EN LA DIVERSIDAD Y CONVENCIDO DE QUE SI SE DA UNA VERDADERA INCLUSION, EL BENEFICIO ES DE TODOS Y TODAS.
Hoy me desempeño como terapeuta conductual y asesor de instituciones. Actualmente, preparamos a nuestros niños al límite de lo indecible y el maestro no es debidamente preparado por los responsables de las instituciones, incluso veo que es el propio maestro quién no pone interés por hacerlo y esto molesta, da rabia, cansa e indigna.
Hoy en día la maestra o asistente del aula, tiene mayor acceso a información incluso formación, pero tiene más dudas, menos asertividad, hay más cosas inconclusas y menos desafíos, en mi época las soluciones eran en el momento no había un después, un mañana, para esperar que el niño adquiera las habilidades.
En realidad gracias a ser maestro APRENDI A SER UNA PERSONA QUE LUCHA Y CREE EN LA DIVERSIDAD Y CONVENCIDO DE QUE SI SE DA UNA VERDADERA INCLUSION, EL BENEFICIO ES DE TODOS Y TODAS.
Hoy me desempeño como terapeuta conductual y asesor de instituciones. Actualmente, preparamos a nuestros niños al límite de lo indecible y el maestro no es debidamente preparado por los responsables de las instituciones, incluso veo que es el propio maestro quién no pone interés por hacerlo y esto molesta, da rabia, cansa e indigna.
Hoy en día la maestra o asistente del aula, tiene mayor acceso a información incluso formación, pero tiene más dudas, menos asertividad, hay más cosas inconclusas y menos desafíos, en mi época las soluciones eran en el momento no había un después, un mañana, para esperar que el niño adquiera las habilidades.
Entonces, me pregunto que significa ser maestro? No basta con ser bueno, mostrar buenos sentimientos y voluntad, un verdadero maestro puede formarse si lo desea, puede y tiene que hacerlo iniciándose desde abajo, creciendo con el proceso. Es su obligación y el derecho de nuestras niñas y niños.
Este escrito se lo dedico a mi maestra por excelencia, Carmen Ruíz, en aquel entonces coordinadora y actualmente mi compañera de lucha y, desde luego a las nuevas y nuevos maestr@s de hoy en día.
Rodrigo Julio
Este escrito se lo dedico a mi maestra por excelencia, Carmen Ruíz, en aquel entonces coordinadora y actualmente mi compañera de lucha y, desde luego a las nuevas y nuevos maestr@s de hoy en día.
Rodrigo Julio