Por Juanita Rojas, Terapeuta Ocupacional
¿Qué hacer?
En primer lugar, reconocer y aceptar
que se está frente a un problema real y no atribuir las reacciones del
niño a “mañas”, manipulación o a temores sin fundamento. Reconocer que
la integración sensorial existe, que cumple un rol fundamental en el
desarrollo del niño y promoverla mediante el juego.
También es favorable para el niño la
participación en otras actividades, como deportes, yoga, artes
marciales, ejecución de instrumentos musicales o terapia con animales;
sin embargo es importante tener en cuenta que estas no reemplazan la
terapia, ya que si bien dan oportunidad de estimulación sensorial, esto
no es lo mismo que integración sensorial. Ser muy respetuoso respecto de
los temores del niño ante ciertas actividades sensoriales. No exigir,
no sobreexponer. Ayudarlo a ser más feliz, pues muchas veces este niño
no lo pasa bien y tampoco se siente satisfecho consigo mismo. Para esto,
“usar el lente sensorial” y así obtener alguna respuesta que nos
oriente a un mejor manejo. Consultar a un profesional especializado si
ve reacciones en el niño asociadas a estimulación sensorial que estén
interfiriendo su normal desarrollo en algún área funcional (relación con
pares, desempeño académico, desempeño motor, actividades de la vida
diaria, juego, etc.)
Apoyo Terapéutico
El curso de teoría de I.S., también
está dirigido a otros profesionales como psicólogos, fonoaudiólogos,
profesores y médicos; sin embargo el curso de intervención se entrega
sólo a terapeutas ocupacionales y kinesiólogos. La terapia generalmente
se realiza mediante sesiones individuales, en un espacio amplio
especialmente implementado con equipo que promueva el desarrollo de los
tres sistemas principales en la teoría.
Este espacio de tratamiento no sólo
debe ser física y emocionalmente seguro para el niño, sino que también
debe ser un lugar atractivo, que invite a la exploración, a la
creatividad y al juego. La terapia implica una completa evaluación
basada en la aplicación de observaciones clínicas estructuradas,
cuestionarios sensoriales, observación del juego o de la actividad
espontánea, entrevista a los padres, aplicación de tests de desarrollo
estandarizados. Posterior a esto se elabora un plan de tratamiento
específico, que incluye tanto la terapia en la clínica como las
sugerencias a la familia y/o profesores.
Las modificaciones en el ambiente se
refieren a sugerencias específicas a ser aplicadas en el hogar, colegio u
otro espacio, destinadas a ayudar al niño en el corto y mediano plazo
(dieta sensorial, modificaciones físicas del ambiente, abordaje del
aspecto emocional). Estas sugerencias son entregadas y supervisadas por
un profesional especialista en I.S. y llevadas a la práctica por los
padres, profesores u otro profesional de apoyo. Esta modalidad puede
estar dirigida tanto a un determinado niño como a un grupo en situación
de juego deporte, etc.
¿Los avances son visibles?
autoestima y su capacidad de disfrutar
con diferentes actividades o en diferentes situaciones sociales. El niño
se propone y/o enfrenta nuevos desafíos. Mejora su organización de
conducta. Por otra parte, el profesional tratante realiza
re-evaluaciones periódicas que dan cuenta de la evolución del niño.
Pronóstico
Como en toda terapia, mientras más
temprano se realicen el diagnóstico y la intervención mejores serán los
resultados. Lo ideal es que sea bajo los siete años de edad, sin embargo
niños mayores, aunque no en la misma medida, se ven igualmente
favorecidos.
El pronóstico, así como el tiempo de
duración de la terapia van a depender de varios factores, entre ellos:
el diagnóstico (importante ver si es un problema de I.S. primario, o si
está asociado a otro cuadro), la edad del niño, el apoyo de la familia,
la regularidad en el tratamiento. La experiencia y la investigación han
demostrado que todos los niños tratados con I.S. se ven favorecidos en
distinta medida.
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