Más de una vez hemos oído y por qué no dicho que la adolescencia es inbancable, insufrible, nada más errado. Los adultos debemos reconsiderar estos prejuicios, repensar y comprender que si bien es difícil es posible lograr que los/as jóvenes consigan una autorregulación y equilibrio claro está con nuestro apoyo. Pasar de niño/a a preadolescente conlleva con el crecimiento un aumento de autonomía y conductas desafiantes que probablemente los adultos y padres no sabemos manejar y menos aún aceptar.
No cometamos el gran error de confrontarlos/as, reprimirlos/as y exigirles sin criterios apropiados. Ellos/as nos necesitan más que nunca. Busquemos la manera de acercarnos y darles todo nuestro apoyo, respetándolos/as. No les abandonemos emocionalmente, ayudémosles a ser responsables y tomar desiciones correctas. Antes de que sea tarde.
A continuación "Al grito de libertad y pautas claras" Un esclarecedor artículo escrito por Marita Carballo para LA NACION
"Los adultos suelen tener una percepción bastante crítica de
los adolescentes. Esto no es nuevo, ya lo hemos escuchado en la generación de
nuestros padres y abuelos, y responde a un estereotipo algo negativo de este
período.
Ocurre que la adolescencia es una etapa de cambios drásticos y rápidos
en el desarrollo físico, mental, emocional y social, que naturalmente provoca
tensiones en la búsqueda de la propia identidad. Es una etapa de oportunidades,
pero también de vulnerabilidad a las conductas de riesgo.
No es una fase fácil
para los padres y la escuela ni tampoco para los chicos, pero debe tenerse
siempre presente que los adolescentes se convierten en adultos felices y
productivos cuando son acompañados y apoyados por su familia y por la escuela
(como guía, supervisión, escucharlos, ayudarlos a ordenarse, alcanzar sus
objetivos). Para lograrlo es importante que los conozcamos.
Las investigaciones sobre opiniones, actitudes, valores de este segmento de
la población durante la última década muestran que los jóvenes tienden a tener
una visión más positiva hacia futuro que los adultos, tienen una alta
valoración de la amistad y aspiran a desarrollarse intelectual y personalmente.
Se sienten orgullosos de su nacionalidad y se manifiestan en su mayoría
felices. Les preocupa la inseguridad, valoran marcadamente la solidaridad y el
cuidado del medio ambiente.
Estudios recientes sobre estudiantes secundarios nos muestran que los
jóvenes manifiestan deseos de aprender más, que se enseñen cosas interesantes,
reclaman profesores comprometidos que asistan a clase y solicitan normas
claras. Aspiran a profesores implicados con la enseñanza de los contenidos
curriculares y que también les enseñen y guíen para la vida, que conversen con
los estudiantes y cumplan con su trabajo.
El alejamiento de los padres, el rechazo a los valores y la autoridad de los
adultos y la rebeldía son la excepción, no la norma, y representa sólo una
minoría de este segmento. Esto implica que el cuestionamiento a la autoridad
-si bien suele plantearse desde las minorías activas- se da en simultáneo con
una mayoría que reconoce la necesidad de límites.
Es que los jóvenes pueden pedir al mismo tiempo libertad y protección, y
aunque eso pueda parecer ambiguo y hasta contradictorio, revela una clara
conciencia en ellos acerca de la necesidad de límites y pautas claras".
Fuente : LA NACION
Imagen: Google
4 comentarios:
Uf que dificil, libertad y límites a la vez.Es para pensar. Saludos
Hola . Me parece muy bien pero muy dificil llevar a la practica. Tengo hijos de 16 y 18 años, varones. Cordial saludo
Hola Karina. Parece una dicotomía, verdad? bueno hay que ir rompiendo esquemas, probando y puede resultar. Gracias por la visita. Cariños
Hola Juan José.Es difícil como todo, pero no imposible. El tema es que hay que arriesgarse, probar nuevos abordajes e ir evaluando. Negociar con criterios puede llevar al crecimiento de ambos, padres e hijos. Un saludo también.
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