El conflicto necesario
por José A. Murillo
"Desde niños nos enseñaron a evitar los conflictos, pero no nos contaron toda
la verdad: evadir el conflicto es más violento que el conflicto mismo. Tanto
miedo le tenemos que llegamos a pensar que evitando el conflicto, desaparece
también la violencia. Pero no: la vida es conflictiva y evitar el conflicto
transforma el conflicto en violencia pura. Preferimos agachar el moño,
tragarnos nuestras palabras y nuestra sensación de injusticia, evadir las
miradas, envenenarnos lentamente con nuestra incomodidad profunda antes que
levantar la mirada y enfrentar al otro, antes que decir ¡no!, aunque yo sea tu
empleado, eso no corresponde; aunque sea su alumno, no me puede tratar así;
aunque usted maneje la micro, es irresponsable como maneja; sí, me molesta que
fume; aunque seamos pareja, eso no me gusta; no tienes derecho a hacerlo;
aunque usted sea el doctor, yo tengo derecho a entender lo que me pasa; no
estoy de acuerdo y no lo haré; sé que es injusto; haga la fila igual que todos
nosotros; esa mano ahí me molesta y no la permito aunque trabaje para usted,
aunque seas mayor, aunque mi familia confíe en ti. Todos sabemos o al menos
sentimos, cuándo una situación es una agresión y muchas veces preferimos evitar
el conflicto y quedarnos con la violencia. Por miedo al conflicto, al
qué-dirán, a la mirada de los demás y vamos transformando nosotros mismos en la
violencia impotente del conflicto no enfrentado. Reventamos contra las paredes
como en nuestro deporte nacional: el rodeo, porque no quisimos ir de frente,
entrar en conflicto y exponer claramente nuestra situación: definir límites,
pedir respeto por esos límites. Eso significa entrar en conflicto: respetar y
hacer respetar directamente la distancia necesaria que permite ver y
escucharnos los unos a los otros. Los límites hay que definirlos, conversarlos,
respetarlos y defenderlos. Los límites laborales se borran fácilmente, desde en
los horarios hasta en las funciones (basta como ejemplo citar la ambigüedad de
los límites horarios y funcionales de las empleadas domésticas “puertas
adentro”). La intimidad también tiene límites. En una pareja no hay fusión
(tampoco en una familia, ni entre amigos, ni en ninguna relación): hay un
espacio necesario que permite ver y respetar a los demás y ese espacio se
defiende activa y explícitamente. Sólo evitaremos la violencia si respetamos
estos límites, y sólo se muestran los límites en el conflicto, en el encuentro
con el otro, frente a frente y frente en alto. El conflicto es respetuoso
porque crea y defiende los límites. Es la violencia la que no conoce límites.
La violencia elimina los límites que dan la perspectiva necesaria para ver al
otro y dejarnos ver. Es imprescindible saber que hay tanta violencia en el
silenciamiento y evasión del conflicto como en la explosión salvaje por un
conflicto mal llevado. Es conflicto es un riesgo, pero más vale correr el
riesgo del conflicto que, queriendo evitarlo, ir de frente a la violencia. Por
eso, para entrar en conflicto se requiere de honestidad, valentía e intrepidez,
que son condiciones de relaciones madura y libremente comprometidas. Las
relaciones que evitan el conflicto, bajo el pretexto de la paz, van
enmudeciendo hasta que desaparecen porque ya no se ven, o justamente porque no
se ven, chocan y revientan en violencias desatadas".
4 comentarios:
Realmente no nos enseñan a enfrentar el conflicto, me parecío muy interesante este escrito Carmen, besos
Para mi es sano debatir siempre, decirnos en la cara 'nuestras verdades'; eso lo aplicamos con mis chicas, no andar con la cabeza llena de preocupaciones.
Es fuerte! éste año ha sido muy fuerte, como siempre no sabía de qué manera resolverlos, en fin a mi no me gusta la basura bajo la alfombra, me tildan de loca -no me importa-.
Abrazos :)
Hola, pero nunca es tarde para aprender, es cuestión de decidirse. Se que que cuesta, no creas. Besos también
Me parece fantástico Graciela y desde luego muy sano. En mi familia y en general en este país hablar era una mala palabra. Yo apenas pude me lancé, era transgresora o rebelde segun ellos y ahora, ya mayor también me tildan igual que a vos.Cariños
Publicar un comentario