El análisis conductual aplicado
actúa a través de modificaciones, para lograr un mejoramiento en conductas
socialmente significativas.
El objeto de estudio del análisis
conductual aplicado, es la CONDUCTA.
¿De quién?, del niño o la niña en observación. La conducta es algo que nosotros
podemos OBSERVAR y MEDIR a través de frecuencia, intensidad y duración. La conducta es algo que se
reproduce, no es lo que nosotros creemos que la niña o el niño esta haciendo. Ahora,
podemos inferir cosas, ideas (que la niña o el niño esta triste, cansado,
aburrido) pero esto son inferencias.
Al análisis conductual aplicado le interesa la CONDUCTA, lo OBSERVABLE, no las inferencias.
Al análisis conductual aplicado le interesa la CONDUCTA, lo OBSERVABLE, no las inferencias.
Por lo tanto, toda conducta es
aquello que tiene las siguientes características; se puede observar, medir y
cuantificar. Observar es diferente a ver. Observar es diferente porque tomo REGISTROS,
IDENTIFICO COSAS, SOY MAS CUIDADOSO, porque aprendo con la observación a medir
y obtener un repertorio conductual individual del niño o la niña observado
dentro de un contexto.
La idea del análisis conductual aplicado es que proporciona tratamientos efectivos si son elaborados con mucho cuidado, con una buena observación y con mucha ética para que se pueda aplicar cuando sea necesario o cuando se requiera. Además, la idea es que tenemos que creer y entender que estos tratamientos son individuales, no son recetas que para todos resultan de la misma manera.
Se trabaja con el repertorio individual más el entorno. Por eso siempre medimos el repertorio en relación al niño o la niña no lo comparamos con otros registros similares. Siempre estaremos midiendo el repertorio del niño o la niña en relación a sí mismo o a sí misma.
La idea del análisis conductual aplicado es que proporciona tratamientos efectivos si son elaborados con mucho cuidado, con una buena observación y con mucha ética para que se pueda aplicar cuando sea necesario o cuando se requiera. Además, la idea es que tenemos que creer y entender que estos tratamientos son individuales, no son recetas que para todos resultan de la misma manera.
Se trabaja con el repertorio individual más el entorno. Por eso siempre medimos el repertorio en relación al niño o la niña no lo comparamos con otros registros similares. Siempre estaremos midiendo el repertorio del niño o la niña en relación a sí mismo o a sí misma.
Por eso es importante hacer una LINEA
DE BASE. La línea de base es observar y registrar (frecuencia y duración) la
conducta o conductas del niño o niña observado/a. Dentro de la línea de base
tenemos; la simple, cuando observamos una conducta. La combinada, cuando registramos la
misma conducta que emite en diferentes situaciones o cuando emite dos o más
conductas a la vez. La línea de base nos ayuda para registrar el repertorio
conductual individual. Y como base para determinar si EXTINGE o MANTIENE dicha
o dichas conductas.
¿COMO ELABORO UN PLAN CONDUCTUAL INDIVIDUAL?
¿COMO ELABORO UN PLAN CONDUCTUAL INDIVIDUAL?
1. Indicar los posibles cambios a
nivel de apoyo y contexto.
2. Identificar el o los problemas conductuales del niño o la niña.
3. Hacer una Línea de Base (evaluación funcional) y registro (frecuencia - intensidad – duración) de la o las conductas inadecuadas.
4. Identificar los antecedentes y reforzadores que hacen que la conducta inadecuada aparezca, mantenga y no se extinga.
5. Implementar la técnica a aplicar y Evaluar.
2. Identificar el o los problemas conductuales del niño o la niña.
3. Hacer una Línea de Base (evaluación funcional) y registro (frecuencia - intensidad – duración) de la o las conductas inadecuadas.
4. Identificar los antecedentes y reforzadores que hacen que la conducta inadecuada aparezca, mantenga y no se extinga.
5. Implementar la técnica a aplicar y Evaluar.
A la hora de elaborar un plan conductual individual tenemos que tener en cuenta los siguientes puntos: a) Tiene que indicar qué y cómo cambiará el contexto, y no sólo qué conductas tienen qué cambiar en el niño o la niña, b) se basa en los resultados obtenidos por la evaluación funcional (línea de base), c) está dirigido a hacer que la conducta inadecuada se extinga o disminuya y d) tiene que tener en cuenta los valores, recursos y habilidades del equipo de apoyo que va a llevar a cabo el plan conductual.
Una vez realizada la evaluación funcional (línea de base) tenemos que realizar un resumen de los datos obtenidos. Este resumen nos proporcionará las bases para el diseño del plan, es decir, todos los procedimientos que allí se definan tienen que estar basados en los resultados de la evaluación.
Por lo general, se suele actuar frente a una conducta inadecuada cuando, en realidad, la niña o el niño manifiesta varias. A menudo conductas que son de menor intensidad o no "molestan" demasiado (como por ejemplo lloriquear o negarse a participar en actividades), son disimuladas por otras conductas de mayor intensidad como pueden ser agresiones o autolesiones. Mediante la línea de base sabemos si las conductas inadecuadas que presenta el niño o la niña tienen funciones diferentes, si son independientes (es decir, suceden bajo condiciones específicas) o pertenecen a una cadena de conductas que van aumentando en intensidad, en cuyo caso podemos prevenir la de mayor intensidad actuando cuando se presenten las conductas de menor intensidad. Para llevar a cabo un plan conductual efectivo tenemos que considerar y definir todas las conductas inadecuadas que manifiesta la niña o el niño.
Sin embargo aunque un plan se elabora para modificar las conductas inadecuadas, el proceso implica cambios en el ambiente que rodea a la niña o al niño (personal de apoyo, contexto…). Un plan conductual o de apoyo tiene que especificar los cambios que tendrán lugar en la conducta de la maestra, en el contexto, en la medicación (si la hay), en las rutinas diarias, cambios en la metodología y enseñanza, en los reforzadores, etc.
La línea de base además de ayudar a comprender la función que mantiene una conducta inadecuada permite saber los contextos donde habitualmente suele o no aparecer dicha conducta. Un plan de apoyo va dirigido a más de un contexto, situación o momento puntual. Tiene que desarrollarse en todos los contextos relevantes y a lo largo de todo el día. Por ello, una única estrategia no puede aplicarse a todo, es necesaria una intervención basada en múltiples estrategias. En un determinado contexto puede utilizarse la estrategia de modificar las tareas a realizar (actividades), mientras que otros es necesario enseñar habilidades sociales, de relacionamiento, de resolución de problemas, etc. A través de la línea de base (evaluación funcional) sabemos los contextos específicos donde tiene lugar dicha conducta, al igual que aquellos contextos donde la niña o el niño se desenvuelven con éxito. De este modo características de determinados lugares o momentos donde es menos probable que se manifieste la conducta inadecuada ayudará a elaborar estrategias para evitar o prevenir la conducta inadecuada o animar a que tenga lugar la conducta alternativa o más adaptativa.
El plan de apoyo más que indicar las conductas inadecuadas, tiene que hacer hincapié en las conductas adecuadas que tiene que presentar en cada situación. Estas conductas más adaptativas o adecuadas tienen que aumentar en relación a las conductas inadecuadas. Para lograr que dicha conducta adecuada aumente tiene que cumplir la misma función que la conducta inadecuada (principio de equivalencia funcional), cada vez que haya un intento o modificación de la conducta inadecuada por alguna más adecuada reforzar y hacer que la conducta inadecuada se extinga o disminuya. Por eso es importante utilizar medios de comunicación aumentativa (fotografías, tableros comunicacionales-conductuales, reforzadores adecuados, etc.) de modo que ayude a disminuir la conducta inadecuada y aumentar la conducta adecuada.
ANTES DE LA INTERVENCIÓN CONDUCTUAL
Buscar ser adultos significativos:
¿Qué significa ser un adulto significativo? Son las personas que proporcionan
un vínculo confiable, que les sostienen en su vida cotidiana, y que tienen
gran significado para el niño o la niña, es la persona que está presente,
guía, enseña y resuelve, por lo tanto la que pone pautas y permite o no.
El niño o la niña, sabe cuál es la persona. Es muy importante llegar a ser un
adulto significativo para el niño o la niña. ¿Cómo se logra? Lograr en el niño
o la niña desde los primeros contactos iniciales las capacidades necesarias
para su desarrollo. Incluye ayudarlo o ayudarla a adquirir la habilidad de cómo
atender y permanecer tranquilo o tranquila, a relacionarse con sus pares y
adultos, a iniciar y responder a todos los tipos de comunicación, empezando con
gestos sociales y emocionales, a vincularse en resolución de problemas
sociales compartidos que involucren muchas interacciones consecutivas, usando
ideas para comunicar necesidades, a jugar y pensar creativamente y a combinar
ideas para pensar lógicamente en sucesivos niveles de complejidad para
disfrutar las relaciones con pares y lograr habilidades académicas.
Relacionarse con ella o él en base a las diferencias individuales, para
permitirle progresar en el logro de estas capacidades básicas.
También, el adulto significativo tiene que lograr que el niño o la niña adquieran las habilidades básicas. Las habilidades básicas son; ATENCIÓN, IMITACIÓN, SEGUIMIENTO DE ÓRDENES Y DISCRIMINACIÓN. Estas habilidades son los requisitos que van habilitando al niño o a la niña a adquirir destrezas más complejas como por ejemplo; establecer el contacto ocular, lograr la identificación propia, la atención necesaria para sus contactos sociales, imitar acciones simples, seguir instrucciones u órdenes de sus pares o adultos, etc.
Estas habilidades básicas son necesarias para iniciar el proceso educativo. Una vez que adquieran estas habilidades, estos repertorios conductuales se convierten a su vez en básicos para promover destrezas más complejas. Así se van desarrollando las conductas intermedias como el seguimiento de instrucciones más complejas, discriminaciones y reconocimientos de todo tipo, ejecuciones de acciones que tienen que ver con las coordinaciones visomotoras, motora gruesa, motora fina y otras.
El proceso se va dando desde las habilidades básicas iniciales; pasando por las habilidades intermedias hasta llegar al logro de habilidades más avanzadas. Trabajar las habilidades básicas es muy importante ya que por ejemplo si no fuera por la discriminación el niño o niña generalizaría conductas inadecuadas a una gran variedad de situaciones, sin embargo lo que queremos es que discrimine y generalice conductas más adaptativas y adecuadas.
Al trabajar cada área, aparte de trabajar los objetivos propios de la misma podemos estar lidiando con conductas inadecuadas, la misma falta de habilidades básicas puede ser una conducta inadecuada, la autoestimulación física, vocal, hiperactividad, resistencias, interés restringido, etc. y estas conductas se pueden dar en cualquier situación e intervienen en el proceso de aprendizaje. Las conductas inadecuadas que interfieren en el aprendizaje y en el logro no pueden dejar de intervenirse. Por eso es necesario tener un conocimiento básico de cómo funciona el reforzamiento para seleccionar los procedimientos adecuados a cada caso.
Los niños o niñas que presentan dificultades a nivel de ejecución o ciertos trastornos a nivel conductual son más vulnerables, más propensos a manifestar entre sus comportamientos conductas inadecuadas y/o conductas estereotipadas que tanto nos llaman la atención. Nos lleva a considerar que dichas conductas no son fruto necesario de un síndrome sino que, están estrechamente relacionadas con el entorno en el que se producen. Y este es el motivo de que los llamados problemas de conducta pasen a ser considerados como comportamientos/conductas desafiantes.
También, el adulto significativo tiene que lograr que el niño o la niña adquieran las habilidades básicas. Las habilidades básicas son; ATENCIÓN, IMITACIÓN, SEGUIMIENTO DE ÓRDENES Y DISCRIMINACIÓN. Estas habilidades son los requisitos que van habilitando al niño o a la niña a adquirir destrezas más complejas como por ejemplo; establecer el contacto ocular, lograr la identificación propia, la atención necesaria para sus contactos sociales, imitar acciones simples, seguir instrucciones u órdenes de sus pares o adultos, etc.
Estas habilidades básicas son necesarias para iniciar el proceso educativo. Una vez que adquieran estas habilidades, estos repertorios conductuales se convierten a su vez en básicos para promover destrezas más complejas. Así se van desarrollando las conductas intermedias como el seguimiento de instrucciones más complejas, discriminaciones y reconocimientos de todo tipo, ejecuciones de acciones que tienen que ver con las coordinaciones visomotoras, motora gruesa, motora fina y otras.
El proceso se va dando desde las habilidades básicas iniciales; pasando por las habilidades intermedias hasta llegar al logro de habilidades más avanzadas. Trabajar las habilidades básicas es muy importante ya que por ejemplo si no fuera por la discriminación el niño o niña generalizaría conductas inadecuadas a una gran variedad de situaciones, sin embargo lo que queremos es que discrimine y generalice conductas más adaptativas y adecuadas.
Al trabajar cada área, aparte de trabajar los objetivos propios de la misma podemos estar lidiando con conductas inadecuadas, la misma falta de habilidades básicas puede ser una conducta inadecuada, la autoestimulación física, vocal, hiperactividad, resistencias, interés restringido, etc. y estas conductas se pueden dar en cualquier situación e intervienen en el proceso de aprendizaje. Las conductas inadecuadas que interfieren en el aprendizaje y en el logro no pueden dejar de intervenirse. Por eso es necesario tener un conocimiento básico de cómo funciona el reforzamiento para seleccionar los procedimientos adecuados a cada caso.
Los niños o niñas que presentan dificultades a nivel de ejecución o ciertos trastornos a nivel conductual son más vulnerables, más propensos a manifestar entre sus comportamientos conductas inadecuadas y/o conductas estereotipadas que tanto nos llaman la atención. Nos lleva a considerar que dichas conductas no son fruto necesario de un síndrome sino que, están estrechamente relacionadas con el entorno en el que se producen. Y este es el motivo de que los llamados problemas de conducta pasen a ser considerados como comportamientos/conductas desafiantes.
La presencia de esas conductas desafía al contexto, al entorno, a diseñar soluciones, a proponer alternativas y
modificaciones en ese mismo entorno, y no solo, no tanto, a proponer acciones
dirigidas al niño o niña que las realiza. No es tanto la modificación del niño
o niña como la modificación del entorno lo que plantea este concepto de
conductas desafiantes. Creo que esto no tiene que ser solo un cambio en el
concepto. Implica necesariamente un cambio de actitud. Implica, por ejemplo, no
ver a los niños o niñas que realizan dichas conductas como personas “culpables”
sino como niños o niñas que requieren procesos de ajuste al contexto en el que
desenvuelven, y, recíprocamente, que necesitan que ese contexto se ajuste a sus
condiciones individuales y, por tanto, únicas.
Este planteamiento lleva consigo el que no necesariamente una conducta ha de ser considerada objeto de intervención por el hecho de ser una conducta inadecuada, o una estereotipia. La intervención se decidirá, por tanto, no solo por criterios basados en las formas que revisten las conductas sino, principalmente, por criterios basados en las funciones que cumplen dichas conductas en el contexto realizado. Así como riesgo de daño físico para el niño o la niña que realiza esa conducta o para las personas y/o objetos de su alrededor.
Este es un criterio generalmente evidente de determinación de una conducta como desafiante y necesitada de intervención. Pero dicha intervención no tiene que ser meramente la implantación de mecanismos de restricción que imposibiliten físicamente la realización de la conducta. Por ejemplo, si a una persona que se autolesiona mordiéndose las manos le colocamos una férula en los brazos (lo que le impide doblarlos), le va a resultar imposible, mientras esté con esa tablilla, morderse las manos, pero eso no habrá resuelto en modo alguno el problema, lo mismo si le sacamos del lugar para que no lastime a otros sin una explicación y sin una evaluación funcional.
Lo que propicia soluciones más efectivas y a largo plazo, tiene que ser un conjunto de intervenciones que impliquen prevención y educación, que impliquen, en definitiva, el dotar al niño o a la niña que realiza esas conductas, de autocontrol sobre la propia conducta.
Ya no se plantea que la conducta "problema" sea un "problema" del niño o niña, ni una consecuencia absolutamente predeterminada de la patología que presenta, sino, al contrario, esa conducta se analiza como una respuesta dada en la interacción entre la persona y el entorno físico y social. Por lo tanto, la respuesta a esa conducta, proviene de un análisis de ese contexto de interacción, y de todos sus componentes. Es necesario entonces la modificación y adaptación del entorno para propiciar un mejor ajuste personal.
O sea, “un niño o niña con conductas inadecuadas quizá es más vulnerable en cuanto que determinadas condiciones del contexto provocan, por la condición patológica y por otras condiciones personales no asociadas a la patología, una mayor tendencia, un riesgo mayor de manifestación de dichas conductas”.
Eso indica que una disposición contextual adaptada a ese grado de vulnerabilidad puede inhibir en gran medida esas manifestaciones conductuales, propiciando mayores grados de ajuste personal.
La intervención ante las conductas inadecuadas tiene que basarse en la interacción del niño o la niña con el entorno físico, educacional y social. Poner especial cuidado en la adaptación del entorno para facilitar el ajuste al mismo, y promover habilidades específicas para la regulación, control y ajuste del entorno físico, educacional y social por parte del niño o niña. Para eso es muy importante la función de la institución brindar estructuras y sistemas comunicacionales y funcionales que permitan a estos niños o niñas con estas características a la información anticipada y a la información de lo realizado. Utilizar estrategias para que ese niño o niña haga la reflexión frente a la conducta inadecuada. Un gran porcentaje de conductas inadecuadas se debe a la falta de habilidades de comunicación, entonces hay que tener en cuenta que prácticamente que la mayoría de esas conductas inadecuadas cumplen un propósito y que la mayoría de las veces ese propósito reviste carácter “comunicativo”
Este planteamiento lleva consigo el que no necesariamente una conducta ha de ser considerada objeto de intervención por el hecho de ser una conducta inadecuada, o una estereotipia. La intervención se decidirá, por tanto, no solo por criterios basados en las formas que revisten las conductas sino, principalmente, por criterios basados en las funciones que cumplen dichas conductas en el contexto realizado. Así como riesgo de daño físico para el niño o la niña que realiza esa conducta o para las personas y/o objetos de su alrededor.
Este es un criterio generalmente evidente de determinación de una conducta como desafiante y necesitada de intervención. Pero dicha intervención no tiene que ser meramente la implantación de mecanismos de restricción que imposibiliten físicamente la realización de la conducta. Por ejemplo, si a una persona que se autolesiona mordiéndose las manos le colocamos una férula en los brazos (lo que le impide doblarlos), le va a resultar imposible, mientras esté con esa tablilla, morderse las manos, pero eso no habrá resuelto en modo alguno el problema, lo mismo si le sacamos del lugar para que no lastime a otros sin una explicación y sin una evaluación funcional.
Lo que propicia soluciones más efectivas y a largo plazo, tiene que ser un conjunto de intervenciones que impliquen prevención y educación, que impliquen, en definitiva, el dotar al niño o a la niña que realiza esas conductas, de autocontrol sobre la propia conducta.
Ya no se plantea que la conducta "problema" sea un "problema" del niño o niña, ni una consecuencia absolutamente predeterminada de la patología que presenta, sino, al contrario, esa conducta se analiza como una respuesta dada en la interacción entre la persona y el entorno físico y social. Por lo tanto, la respuesta a esa conducta, proviene de un análisis de ese contexto de interacción, y de todos sus componentes. Es necesario entonces la modificación y adaptación del entorno para propiciar un mejor ajuste personal.
O sea, “un niño o niña con conductas inadecuadas quizá es más vulnerable en cuanto que determinadas condiciones del contexto provocan, por la condición patológica y por otras condiciones personales no asociadas a la patología, una mayor tendencia, un riesgo mayor de manifestación de dichas conductas”.
Eso indica que una disposición contextual adaptada a ese grado de vulnerabilidad puede inhibir en gran medida esas manifestaciones conductuales, propiciando mayores grados de ajuste personal.
La intervención ante las conductas inadecuadas tiene que basarse en la interacción del niño o la niña con el entorno físico, educacional y social. Poner especial cuidado en la adaptación del entorno para facilitar el ajuste al mismo, y promover habilidades específicas para la regulación, control y ajuste del entorno físico, educacional y social por parte del niño o niña. Para eso es muy importante la función de la institución brindar estructuras y sistemas comunicacionales y funcionales que permitan a estos niños o niñas con estas características a la información anticipada y a la información de lo realizado. Utilizar estrategias para que ese niño o niña haga la reflexión frente a la conducta inadecuada. Un gran porcentaje de conductas inadecuadas se debe a la falta de habilidades de comunicación, entonces hay que tener en cuenta que prácticamente que la mayoría de esas conductas inadecuadas cumplen un propósito y que la mayoría de las veces ese propósito reviste carácter “comunicativo”
MANEJO CONDUCTUAL
Para el manejo conductual podemos
usar procedimientos para diseñar el ambiente general o individual, dirigido a
estos aspectos:
- Creación de nuevas conductas más adaptativas.
- Aumento de la frecuencia o mantenimiento de las existentes.
- Extinción o disminución de conductas inadecuadas.
- Creación de nuevas conductas más adaptativas.
- Aumento de la frecuencia o mantenimiento de las existentes.
- Extinción o disminución de conductas inadecuadas.
Para preparar el ambiente operamos a través de estímulos discriminativos y reforzadores que producen una consecuencia agradable o no.
Los estímulos discriminativos controlan la conducta por que siempre están presentes cuando una respuesta es reforzada, aprendemos a discriminar correctamente si nuestra conducta es reforzada en una situación de estímulo y no en otra. Esto explica por qué un niño o niña actúa de una forma con un adulto y con otra no. El reforzamiento diferencial ayuda al niño o a la niña a discriminar las situaciones en que emitirá determinadas conductas
Recordemos la importancia de una buena EVALUACION Y OBSERVACIÓN para determinar qué conducta queremos cambiar, bajo qué condiciones la adquirió o qué factores la mantienen y buscar el medio o técnica para cambiarla.
Como el tratamiento no solo se usa para extinguir o cambiar conductas es necesario conocer las habilidades básicas, sociales, adaptativas, académicas para potenciarlas y mantenerlas además de crear nuevas.
Una vez iniciada la intervención individual del niño o la niña tenemos que unificar criterios con la INSTITUCIÓN EDUCATIVA Y LA FAMILIA para la aplicación unificada de sugerencias.
A la conducta le preceden
situaciones previas antecedentes y situaciones posteriores, consecuencias, por
lo tanto podemos utilizar acciones preventivas y remediales.
LAS PREVENTIVAS: Organizar el ambiente, teniendo en cuenta la ubicación del grupo, intereses, personalidades, pares positivos, ambiente y salón o lugar cómodo, ordenado, materiales adecuados, mobiliario adaptado. Instrucciones claras adecuadas al nivel del participante, volumen de voz, entonación, motivación. Lenguaje corporal del instructor, gestos y voz coherente con lo verbal, modelamiento de lo deseado en forma intencional.
LAS REMEDIALES: Suministrar estrategias. Estas tienen que ser sí o sí positivas que dan a largo plazo; excelente y duraderas relaciones entre el adulto y el niño o la niña que hacen que respondan por afecto. Otras estrategias solo pueden ser aplicadas por profesionales preparados de común acuerdo con la familia y solo para casos que impliquen riesgo físico tanto para el niño o la niña como para el entorno.
LAS PREVENTIVAS: Organizar el ambiente, teniendo en cuenta la ubicación del grupo, intereses, personalidades, pares positivos, ambiente y salón o lugar cómodo, ordenado, materiales adecuados, mobiliario adaptado. Instrucciones claras adecuadas al nivel del participante, volumen de voz, entonación, motivación. Lenguaje corporal del instructor, gestos y voz coherente con lo verbal, modelamiento de lo deseado en forma intencional.
LAS REMEDIALES: Suministrar estrategias. Estas tienen que ser sí o sí positivas que dan a largo plazo; excelente y duraderas relaciones entre el adulto y el niño o la niña que hacen que respondan por afecto. Otras estrategias solo pueden ser aplicadas por profesionales preparados de común acuerdo con la familia y solo para casos que impliquen riesgo físico tanto para el niño o la niña como para el entorno.
RECOMENDACIONES PARA EL ADULTO
-Recordar que es necesario hacer un vínculo relacional con el niño o la niña antes de empezar a intervenir en las conductas inadecuadas.
-Aprender a discriminar entre el repertorio conductual individual del niño o la niña, cuál o cuáles son las conductas inadecuadas y adecuadas.
-Discriminar y reconocer en el niño o niña cuál son sus habilidades, limitaciones y conductas adecuadas.
-Aprender a observar qué conductas inadecuadas aparecen ante qué situación, estímulo o contexto.
-Lograr que el niño o la niña adquieran o mantenga las habilidades básicas (atención, seguimiento de órdenes, inhibición de las conductas inadecuadas, discriminación situacional, imitación).
-Lograr ser un adulto significativo para el niño o la niña.
-Hacer una evaluación funcional (línea de base) y un plan conductual antes de intervenir.
-Consultar una vez realizado el plan conductual con el equipo técnico Institucional la/s técnica/s a implementar.
-Unificar criterios con el entorno Institucional Escolar y Familia.
-Aplicar tal cuál la técnica a utilizar las veces que sea necesario. Ser asertivo, consistente y sistemático.
-Nunca permitir que la frustración o desesperación gane.
-Saber que la conducta aumenta y empeora a veces.
-Entender que la sola intervención no es suficiente.
-No esperar que a la primera el niño o la niña deje de hacer la conducta inadecuada, esto requiere tiempo y paciencia.
-Si estamos enojados o no nos sentimos bien, es conveniente analizar la situación antes de intervenir. Lo más probable que la intervención no sea lo más asertiva.
-Cada niño o niña tiene estilos personales de aprendizaje, de interacción, percepción y tenemos que respetarlos.
-Cuantas más habilidades, control de su entorno, relaciones significativas y/o oportunidades de participación social tenga el niño o la niña menos conductas inadecuadas presentará.
Material elaborado por el Programa de Desarrollo Psicosocial
Imagen: José con el terapeuta del programa
2 comentarios:
Esta terapia es lo mismo que aba, verdad? Mi hijo la hizo y tuvo muy buenos logros. Me gusta mucho su blog, recién lo descubrí. Saludos
Disculpa Marie, no he andado por aquí. Si ACA es lo mismo que ABA. Me alegro mucho que te guste el blog y gracias por comentar.
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