
En un sentido más estricto, la personalidad seria la aptitud y la capacidad seria la medida de esa aptitud. Por lo tanto la personalidad no admite grados, mientras que la capacidad sí puede ser mayor o menor en una persona que en otra.
Estos conceptos me hacen pensar aquellos que son referidos por Claudia Werneck en su libro: Es usted gente? En donde dice: “Lastimosamente hemos sido educados en esta sociedad para creer que existe una jerarquía entre condiciones humanas. Tal vez esta evaluación o juicio lo hagamos en forma inconciente, pero lo hacemos, y de ese modo van apareciendo formas sutiles de discriminación que incluso con el propósito de valorizar a personas con discapacidad terminamos segregándolas cada vez más. Partiendo del hecho de considerarlas especiales o etiquetándolas con un diagnóstico ya las separamos del beneficio incondicional de los derechos humanos”.
También Claudia dice: “Quien nace de un ser humano es un ser humano con el mismo valor. Nacemos por lo tanto incluidos en el conjunto”. Por lo tanto somos personas por el simple, fantástico y entendible echo de nacer de otra persona.
“Cuestionémonos de qué modo se siente una persona cuando el mundo no la reconoce como tal debido a su forma de expresarse, comunicar, hablar, pensar, andar, trasladarse, ver o no ver, escuchar o no escuchar y otras infinidades de manifestaciones”.
La autora, periodista brasilera que nos ha visitado más de una vez, habla de la formación sobre una ética nueva y revolucionaria. La ética de la diversidad. Hace hincapié en la falta de formación que viene de generación en generación y se ha instalado fuerte y progresivamente. Esta falta de formación es la chispa del prejuicio, refleja la dificultad que tenemos los adultos en reconocer la humanidad como ella es y no como nos gustaría que fuera. Lógicamente esto conlleva que no sean cumplidas las leyes inclusivas aun considerando a “la discapacidad el más humano de los temas, ya que es un aspecto intrínseco en todo lo referido a la especie”. La falta de formación y la ignorancia lleva inevitablemente a la no comprensión de que la discapacidad o diversidad funcional es una manifestación más de la diversidad humana.
Mucho se ha hablado últimamente sobre los derechos humanos, la persona como sujeto de derecho, la igualdad de oportunidades, etc. Pero aún falta entender que además de aquellas personas que tienen un derecho y un deber, existen aquellas que no los tienen y que no pueden ejercerlos. Aquellos sujetos de derecho que en un sentido más amplio del término requieren acceder a todos los derechos, obligaciones según capacidad y a ningún deber concreto. Todas las personas, por el hecho de serlo, tienen capacidad, o sea, aptitud para ser titular de derechos y obligaciones, o sujeto activo o pasivo de relaciones jurídicas.
Actualmente estamos tratando de elegir las palabras, ya que al hablar debemos hacerles sentir a las personas que están incluidas en nuestro mundo y no solo en una conversación, espacio o actividad, sino hacerles sentir que son respetados, valiosos, con posibilidades y que pueden ser autónomos en la medida de sus posibilidades y ante las circunstancias que la vida le ofrece.
Al referirnos con el termino "diversidad funcional" buscamos concientizar sobre las posibilidades de cada persona. Ya que además de las diversas condiciones las personas pueden realizar si no todas, la mayoría de las actividades a través de estrategias y lograrlas, independiente del grado de capacidad. Todas las personas sin importar su condición forman parte del mundo y por lo tanto tienen derecho a las mismas oportunidades y derechos. Los términos “discapacidad y en condición de discapacidad” ya quedaron atrás, solo resta esperar que estos cambios no queden solo en el mero significado de las palabras.
Es necesario entonces que revisemos y reflexionemos sobre nuestra concepción y percepción de humanidad y nos preparemos para hacer frente a todas las condiciones y no solo a algunas que elegimos o nos convengan.
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