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PDP

"Que gran desafío... Vivir experiencias, procesos, adquirir confianza, expresar emociones, conocer criterios. ¡Que gran desafío construir mi propio camino de crecimiento personal!"

¿Qué es PDP?

El Programa de Desarrollo Psicosocial acompaña el proceso de adquisición e implementación de las habilidades para lograr un equilibrio entre los factores que hacen al entorno de personas con capacidades diferentes.
El PDP pone énfasis en el trabajo de las habilidades conductuales, sociales y adaptativas asi como el entrenamiento funcional para la vida práctica, la autonomía personal y la autogestión


Quienes somos

Somos dos psicologos y terapeutas conductuales, Carmen Ruiz Diana y Rodrigo Julio Peralta, con gran experiencia en la educación y tratamiento de niños, jóvenes y adultos con diversidad funcional, Síndrome de Down, trastornos del espectro autista, TGD, TDAH, trastornos conductuales y emocionales.

Nuestro objetivo y propósito con este blog es dar a conocer y compartir desde la práctica nuestras ideas y experiencias vivenciales, las cuales nos motivan a realizar nuestro programa.

En caso de necesitar información sobre nuestro trabajo en mi perfil obtendrán nuestro correo electrónico, gustosos responderemos. Gracias


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LA VERDAD, FRECUENTEMENTE MALA Y DUELE

miércoles, 31 de octubre de 2012



La mala verdad
Sugestivo título para una estupenda película. 
La extraña conducta de una niña llamará la atención de su maestra y las sospechas de la psicóloga de la escuela, quien intentará descubrir cuales son las razones que la perturban. Las conversaciones con la niña comienzan a revelar los miedos y la oscuridad que esconde detrás de su mirada. La psicóloga busca apoyo de superiores y de la madre en vano. Y para intentar sacarla de ese sufrimiento, se enfrenta con el miedo de la madre, el silencio de la niña, la falta de acción de la escuela, barreras muy difíciles de superar. Esta película pone en evidencia lo difícil que es tratar el tema emocional y la vulnerabilidad a que esta sometida la niña. Una situación arrastrada en el tiempo,  escondida detrás de silencio y  tensiones, nadie se hace cargo. 
Las difíciles y complejas relaciones establecidas dentro de la familia, los secretos y las mentiras  forman parte de esta historia de verdades ocultas. Un film fuerte, intenso, potente. Un  tema muy vigente. La recomiendo.
.
"La mala verdad, con la estética opresiva reproduce forzadamente un tiempo ambiguo. Sin embargo, este ambiente hace de marco oportuno para una crítica que las nuevas generaciones jamás dejan de hacerle a las pasadas: tu generación, con su solemnidad, elegancia y educación, anidaba los peores horrores. En La mala verdad (2010), el realizador Miguel Ángel Rocca toca un tema  como lo es el abuso y la violencia infantil pero trazando –consciente o inconscientemente- un paralelismo con lo que fue la última dictadura militar argentina, cuando muchas veces, por los motivos que fuesen, se hacían oídos sordos a lo que pasaba por delante de nuestros propios ojos sin querer enfrentarse a la verdad
En las voces de los niños del colegio, la melodía de “Desarma y sangra”, la genial pieza de Charly García compuesta en pleno Proceso de Reorganización nacional, sobrevuela toda la película, una película cuyo oculto conflicto tiene la fuerza suficiente para cobrar vida propia. La mala verdad es el film para pensar, para conmoverse y debatir mientras caen los títulos y la deliciosa duda de Charly acompaña la retirada: “¿la gente se esconde o apenas existe?” La potencia y vigencia del reclamo (sumadas a aciertos de fotografía y clima) hacen de esta anacrónica La mala verdad un film intenso".




Leer más en Suite101: Crítica "La mala verdad", película con Alberto de Mendoza | Suite101.net http://suite101.net/article/critica-la-mala-verdad-pelicula-argentina-con-de-mendoza-a73937#ixzz28vo8LuRK

Publicado por Programa de Desarrollo Psicosocial 4 comentarios  

Etiquetas: Aprendizajes, Comunicación, Conducta, Derechos, Desafíos, Educación, Familia, Valores

CUIDAR DE LOS HIJOS, UN TEMA CADA VEZ MÁS DIFÍCIL

martes, 23 de octubre de 2012


Indefensos, "Una sociedad que no cuida a sus hijos" es un excelente artículo de Fernanda Sandez basado en un caso real ocurrido hece apenas dos semanas con un niño pequeño. El tema del maltrato infantil, la situación de negligencia, la vulnerabilidad del indefenso, los derechos, la disfuncionalidad familiar o social, las distancias emocionales, la desvinculación y nuestras grandes limitaciones como seres humanos expuestos a la vista.
Para reflexionar.

"Hay, en la foto, dos bebes: uno, de plástico; otro, de verdad. Aunque de no mirar con la debida atención los dos podrían ser lo mismo. La foto fue tomada en la guardería La Hormiguita Viajera, de Comodoro Rivadavia, un lugar no habilitado como tal y donde el personal -se supo luego- maltrataba a los chicos con golpes, tirones de pelo, ataduras y mordazas. La foto fue la que detonó todo y muestra lo que parecen ser dos muñecos, uno desnudo y otro vestido. Uno acostado, mirando la nada, y otro, el de verdad, sentado y amordazado. Mirando, también, la nada.
A veces una imagen cuenta un mundo. Y si la niña del Napalm (esa que escapaba desnuda de su aldea en llamas) contó la Guerra de Vietnam mejor que cualquier informe periodístico, los dos bebes de la foto dicen sobre la relación que tenemos con nuestros niños más de lo que estamos dispuestos a soportar. Porque adoramos creer que los mimamos "en exceso". Que ellos, "nuestros" chicos, tienen más de lo que podrían desear. Sin embargo, cada tanto una noticia como ésta raja al medio el decorado y expone las bambalinas de esta sociedad supuestamente paidocéntrica en la que nos gusta pensar que vivimos. Esa en donde los niños son los primeros y los únicos privilegiados.

Algo es real: nunca la niñez (cierta niñez, de ciertos sectores sociales y en ciertos países del mundo) ha sido tan celebrada como hoy, con derechos y hasta día propios.
Algo también es real: nunca tuvimos menos tiempo -ni menos energía- para gastar con ellos. A nuestro rescate vienen entonces las versiones 3.0 de la niñera electrónica: las consolas de juego, las tabletas, los sitios de Internet en donde nuestros hijos tienen amigos pingüinos y amigos dragones, y aprenden a divertirse sin molestar demasiado. Aunque nadie se atreva a decirlo en voz alta, una de las razones del brutal éxito de los dispositivos de entretenimiento es nuestro inconfesable deseo de volver a ser nulíparos por un rato.
Pero, acabada la diversión, llega la hora de pagar por ella. Y la sociedad moderna se ha encargado también de proveernos de "soluciones" que nos permitan ser -además de profesionales eficientes- también padres eficaces. Capaces incluso de compactar ese primer tiempo de nido y de contacto con un recién nacido a su mínima expresión, para volver cuanto antes a la faena. Niñeras, "señoras", guarderías y jardines maternales forman hoy parte del abanico de ayudas de la maternidad prorrateada, para la que resulta más natural -más aceptable- volver a marcar tarjeta al mes y medio de haber dado a luz que permanecer empollando. Nuestra común condición de engranajes dentro del sistema productivo así lo exige, y lo aceptamos. Todo será cuestión entonces de cerrar los ojos y dejar al bebe de un mes y medio en un dormitorio con veinte cunas más. O de remolcar -a todo puchero y pataleta- a un nene de apenas un año hasta el jardín Los Patitos Felices. Después, a confiar. A pedir que en el país de Cromagnon, del desastre del ferrocarril Sarmiento y de los controles ausentes la guardería de nuestros hijos sea la excepción. En definitiva, a cruzar los dedos. A hacer de la maternidad un peligroso acto de fe.
En la Argentina existen un Observatorio de Femicidios y un Observatorio del Encierro, pero no un Observatorio del Maltrato Infantil en jardines y guarderías. De existir algo como eso, sabríamos que el bebe amordazado es apenas el último de una serie de casos similares. Sólo nos queda, pues, pedir que el jardín de nuestros hijos no sea el de Chubut, pero tampoco el de Laferrère al que se denunció por "tormentos" en marzo de este año, ni ese de Berazategui en donde el profesor de música jugaba a la "escondida sucia" con nenes de cinco años, ni ese otro de San Pedro en donde una nena contó haber sido "colgada de los pies" por su seño, ni tampoco aquel de La Plata en donde en la orina de tres chicos se detectaron tranquilizantes.
Lo dicho: se impone un acto de fe.

"Peor era antes", comenta alguien. "A los chicos los tenían todo el día fajados y no se podían mover." Es verdad, pero cada época tiene sus espantos particulares, y ésta no es la excepción. Porque alcanza con abrir un poco los ojos para notar cómo -detrás de la exaltación de la infancia y la entronización del pelotero- subyace un nivel de desamparo atroz.
"Les tuve que explicar a unos padres que no pueden dejar al nene doce horas acá", se queja la directora de un jardín maternal.
"La mujer que cuidaba antes a mis nietos les decía que se bañaran solitos. Pero que después la cola y todo eso se lo lavaba ella", cuenta, todavía espantada, Martha, la abuela de tres nenes abusados por la mujer que los cuidaba en su casa.
"Les pedimos a los papis que por favor revisen las mochis de sus nenes antes de traerlos al jardín", rezaba la nota. Días antes, alguien había olvidado accidentalmente sus antidepresivos en la mochila de El Hombre Araña de su hijo de salita de cuatro.

Raros tiempos: decimos querer a niños a los que no dudamos en dejar por horas al cuidado de extraños. A niños de los que algunos padres se despiden con un beso a la madrugada y recién vuelven a ver a la noche, ya dormidos. Entre medio de esos dos besos, los chicos pasan de la papilla a la comida, de la cuna a la sillita. Aprenden a caminar, a jugar. A hablar. Se hacen amigos. Y entienden que, para compartir con sus padres todos esos descubrimientos, habrá que esperar con suerte al final del día. Con menos suerte, al fin de semana.
Raros tiempos, en especial para las mujeres. Porque con la misma insistencia con la que el mandato social las presiona para que sean madres, primero, y para que sean "buenas madres", después, también se les exige no abandonar sus vocaciones. Pero -y ésta quizá sea la parte más enloquecedora del asunto- todo a su alrededor está armado para la disyunción. Para que renuncie a su profesión y se dedique a sus hijos o para que se vuelque de lleno a su carrera y abjure de la maternidad. O para que, como la mayoría de nosotras, se trepe a la cuerda floja que media entre una y otra cosa y pague en salud mental y física el precio del equilibrio. ¿Y los padres? Bien, gracias. A ellos la sociedad ni siquiera les hace este tipo de planteos.
En países como Suecia o Noruega -a los que suele citarse como ejemplo de desarrollo social y avances en materia de derechos- el nacimiento y la crianza son tema de Estado, y por eso existen políticas específicas para proteger a la nueva familia. Hay licencias maternales y parentales de casi de dos años en un país, de un año entero en el otro. En la Argentina todo es mucho más veloz: habrá que volverse mamá -y pasarle la posta del cuidado a alguien más- en sólo noventa días.
En efecto, a excepción de algunas legislaciones provinciales (como la de Corrientes) y sólo para algunas trabajadoras (las estatales), la maternidad es tratada como un tema estrictamente "personal". Y como tal se resuelve. Podríamos llenar libros enteros narrando los malabares a los que deben recurrir las madres -ni qué decir de las madres solas, de sectores populares o las dos cosas al mismo tiempo- para poder trabajar. De lo que lamentablemente se conoce bastante menos es cómo, en qué medida afecta a un chico -pequeño y no tanto- esa distancia emocional y física. Ese forzoso vacío de mamá en los momentos fundacionales, justo cuando la idea es estar a upa y al sol, no a oscuras y precintado.

Los niños nos instalan en la lógica del parpadeo: en un abrir y cerrar de ojos, ya son otros. Por eso, quizá ya sea hora de entender -como ya lo han entendido en otros países- que el tiempo de la llegada y el aterrizaje en el mundo es fugaz y decisivo. Embarazo, parto y crianza: la clase de cosas que no caben en una planilla Excell. Pero también la clase de experiencias que nos enfrentan con nuestras propias limitaciones y desnudan nuestra propia pequeñez y egoísmo. De todo eso nos hablan cada bebe y niño maltratado "en exceso". Como la chica del Napalm, los chicos de nadie nos gritan sin palabras la verdad detrás de tanto peluche y tanta consola. Molestan por lo que delatan: que la mordaza no está en sus bocas, sino en nuestros oídos. En nuestros instintos, nuestras intuiciones, nuestro corazón. En todo eso que vendamos colectivamente para poder seguir creyendo que vamos por el camino correcto".

Fuente : LA NACION.
Imagen: óleo de Emile Munier


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Etiquetas: Artículos, Derechos, Desafíos, Educación, Familia, Inclusión, Informaciones, Valores

CONDUCTA DEPENDIENTE EN PERSONAS MAYORES

martes, 16 de octubre de 2012





La influencia del entorno en la conducta dependiente.

"Nos podemos encontrar con dos situaciones en las que el entorno influye en la conducta dependiente de las personas mayores: "la inutilidad aprendida" y la "dependencia aprendida". En ambas situaciones la conducta dependiente es inducida socialmente.


- Inutilidad aprendida: una situación de pérdida.

En esta situación encontramos la dependencia que genera estar inmerso en entornos que no responden a las actitudes y a las acciones de las personas.

En el caso de que no existan respuestas sistemáticas y predecibles del entorno, tanto los humanos como los animales aprenden que sus conductas no tienen consecuencias diferentes; las respuestas no responden a las acciones que realiza la propia persona.

La repetición de este tipo de experiencias en la vida del ser humano, en las que este no cuenta, conduce a una serie de déficit cognitivos o de falta de ejecución, déficit motivacionales o pasividad y déficit emocionales o depresión. Las personas con esta conciencia de falta de control sobre sus entornos se vuelven dependientes. Las residencias de personas mayores con frecuencia favorecen y fomentan la presencia de este tipo de entornos.


- Dependencia aprendida: ganancias y pérdidas.

Los patrones sociales que se producen en los entornos institucionales y de atención en la comunidad a la persona mayor fomentan y contribuyen a las conductas dependientes en ella. Esto es así porque desconocen a las personas, ignoran las acciones independientes que realizan y refuerzan las acciones dependientes mediante el incremento del contacto social y la asistencia.

Las conductas dependientes les sirven a la persona mayor para conseguir atención y contacto, es decir, les sirven para ejercer control sobre el mundo social que le rodea. Las conductas dependientes son altamente funcionales y adaptativas. Representan no solamente una pérdida (reducción de la autonomía) sino también una ganancia en forma de incrementar el control sobre el contacto social.

La mayoría de los entornos sociales aceptan la conducta dependiente como un componente más de la vejez. El apoyo dependiente y protector que proporciona este tipo de entornos se caracteriza por ser excesivamente responsivo. Pero la conducta dependiente también puede en algún caso considerarse como un componente más de la estrategia adaptativa que utiliza el sujeto para manejar su propio proceso de envejecimiento.

-La persona mayor que se enfrente al incremento de pérdidas en sus reservas y en su resistencia tiene varias elecciones:

a) Renunciar a sus competencias y actividades imposibilitadas por sus pérdidas funcionales.

b) Compensar estas pérdidas buscando los medios para mantener sus actividades.

c) Incrementar la dependencia en las competencias debilitadas para poder contar con la energía necesaria que le permita llevar a cabo otras actividades que tienen para ella una prioridad personal mayor.

Esta última estrategia es, en el fondo, una forma de hacerse con el control del poder. Viene de una estrategia activa y adaptativa para hacer frente a las pérdidas en el funcionamiento que supone el hacerse mayor.

Las conductas dependientes forman parte de un proceso adaptativo entre el ser humano y las condiciones biológicas que caracterizan a la vejez. Esto no quiere decir que todas las conductas dependientes sean adaptativas o que esta clase de adaptación sea necesariamente saludable u óptima para el desarrollo de las personas en este momento vital. Algunas conductas dependientes son indudablemente el resultado de un modelo de asistencia aprendida. Además, la dependencia puede tener diferentes significados, no todas las conductas dependientes tienen la misma función. Pero este acto instrumental de control no puede considerarse como activo o primario sino que se trata de un control secundario o pasivo.

El control pasivo (en el sentido de control a través del no hacer, o de la inactividad), produce los mismos efectos que el no control. La reducción en la actividad física y psicológica, incluso en las personas jóvenes, conlleva a un desuso en las funciones, lo cual, a largo plazo, conduce a la pérdida de tales funciones. Pero, además, las personas mayores experimentan un incremento de su vulnerabilidad biológica con la edad. Pueden mantener o incluso aumentar su nivel de actividad en algunos tipos de conductas pero no pueden mantener un nivel general alto de productividad. Las actividades que delegan y las que optimizan varían de unas personas a otras.

Las tareas que la persona mayor selecciona y en las que se concentra, constituyendo su prioridad, son el resultado de una convergencia entre las demandas del entorno, las motivaciones individuales, las habilidades y la capacidad biológica. Un entorno óptimo para una persona de edad se caracteriza por la homogeneidad en el ambiente, intimidad, proximidad, totalidad, gratificación de las necesidades, elección, auto-dirección, control y autonomía. Sin embargo, frecuentemente, los entornos en los que realmente se ve inmersa la persona mayor no garantizan ni aportan estos aspectos fundamentales.

Pero la conducta dependiente tiene su contrapartida. No podemos olvidar que nuestra sociedad ensalza, valora y promociona la autonomía. Este aspecto en la persona mayor que se ve obligada a depender y recibir la ayuda de los demás para mantener las actividades de la vida diaria tiene un fuerte impacto negativo. Se siente improductiva, vulnerable, débil y dependiente. En otros casos, la pérdida de habilidades de la vida diaria, relacionadas con la higiene y el aseo personal, puede traducirse en rechazo y aislamiento social. La falta de capacidad de las personas de edad avanzada para desarrollar tareas de su propio cuidado personal es una de las principales causas de institucionalización y de necesidad de asistencia domiciliaria, y justamente son estos ambientes los que con su actitud sobreprotectora contribuyen al deterioro de las funciones previamente debilitadas".




Fuente: www.proyectopv.org/1-verdad/influenciaentorno.htm
Imagen: Google

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Etiquetas: Autonomía, Conducta, Familia, Habilidades motoras, Habilidades Sociales, Informaciones, Vivencias y procesos

LIBERTAD Y PAUTAS CLARAS EN ADOLESCENTES

lunes, 8 de octubre de 2012






Más de una vez hemos oído y por qué no dicho que la adolescencia es inbancable, insufrible,  nada más errado. Los adultos debemos reconsiderar estos prejuicios, repensar y comprender que si bien es difícil es posible lograr que los/as jóvenes consigan una autorregulación y equilibrio claro está con nuestro apoyo. Pasar de niño/a a preadolescente conlleva con el crecimiento un aumento de autonomía y conductas desafiantes que probablemente los adultos y padres no sabemos manejar y menos aún aceptar. 
No cometamos el gran error de confrontarlos/as,  reprimirlos/as y exigirles sin criterios apropiados. Ellos/as nos necesitan más que nunca. Busquemos la manera de acercarnos y darles  todo nuestro apoyo, respetándolos/as. No les abandonemos emocionalmente, ayudémosles a ser responsables y tomar desiciones correctas. Antes de que sea tarde.


A continuación "Al grito de libertad y pautas claras" Un esclarecedor  artículo escrito por Marita Carballo para LA NACION

"Los adultos suelen tener una percepción bastante crítica de los adolescentes. Esto no es nuevo, ya lo hemos escuchado en la generación de nuestros padres y abuelos, y responde a un estereotipo algo negativo de este período. 
Ocurre que la adolescencia es una etapa de cambios drásticos y rápidos en el desarrollo físico, mental, emocional y social, que naturalmente provoca tensiones en la búsqueda de la propia identidad. Es una etapa de oportunidades, pero también de vulnerabilidad a las conductas de riesgo. 
No es una fase fácil para los padres y la escuela ni tampoco para los chicos, pero debe tenerse siempre presente que los adolescentes se convierten en adultos felices y productivos cuando son acompañados y apoyados por su familia y por la escuela (como guía, supervisión, escucharlos, ayudarlos a ordenarse, alcanzar sus objetivos). Para lograrlo es importante que los conozcamos.
Las investigaciones sobre opiniones, actitudes, valores de este segmento de la población durante la última década muestran que los jóvenes tienden a tener una visión más positiva hacia futuro que los adultos, tienen una alta valoración de la amistad y aspiran a desarrollarse intelectual y personalmente. Se sienten orgullosos de su nacionalidad y se manifiestan en su mayoría felices. Les preocupa la inseguridad, valoran marcadamente la solidaridad y el cuidado del medio ambiente.
Estudios recientes sobre estudiantes secundarios nos muestran que los jóvenes manifiestan deseos de aprender más, que se enseñen cosas interesantes, reclaman profesores comprometidos que asistan a clase y solicitan normas claras. Aspiran a profesores implicados con la enseñanza de los contenidos curriculares y que también les enseñen y guíen para la vida, que conversen con los estudiantes y cumplan con su trabajo.
El alejamiento de los padres, el rechazo a los valores y la autoridad de los adultos y la rebeldía son la excepción, no la norma, y representa sólo una minoría de este segmento. Esto implica que el cuestionamiento a la autoridad -si bien suele plantearse desde las minorías activas- se da en simultáneo con una mayoría que reconoce la necesidad de límites.
Es que los jóvenes pueden pedir al mismo tiempo libertad y protección, y aunque eso pueda parecer ambiguo y hasta contradictorio, revela una clara conciencia en ellos acerca de la necesidad de límites y pautas claras".

Fuente : LA NACION 
Imagen: Google

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Etiquetas: Aprendizajes, Artículos, Autonomía, Comunicación, Conducta, Derechos, Desafíos, Educación, Familia, Habilidades Sociales, Valores, Vivencias y procesos

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