"Son tantas las puertas que abre la tolerancia que, ante todo, deberíamos coincidir en que se trata de ser flexible y tener apertura ante la diversidad. Tolerar es aceptar que alguien sea, piense, sienta y haga distinto de lo que uno hace, de lo que nosotros hacemos. Tolerar es aprender a convivir, incluso con lo que uno no comparte o desaprueba. Sin embargo, tolerar no es resignar ni vivir sumiso a las creencias, sentimientos o principios de los otros. Las reglas básicas de tolerancia corren para todos por igual. Tolerancia es respeto mutuo, libertad, democracia, compromiso, conciliación, solidaridad. Frente al desacuerdo o la diferencia, ¿quién tiene la verdad?, ¿quién dice lo que debería ser? No hay verdades absolutas, sólo leyes o códigos, hombres mediante, que pueden llegar a establecer cierto orden y armonía o reparar el error o daño eventual.
En el lenguaje técnico o industrial, cuando se habla de tolerar se hace referencia al margen de error admisible. Si bien no somos máquinas, vale preguntarnos ¿hasta dónde o cuánto somos capaces de tolerar?, ¿cuándo aparece en nosotros la intolerancia?
Así como hay límites y reglas universales o propios de una cultura, signados por el respeto hacia las ideas, creencias o prácticas diferentes o contrarias a las propias, cada quien maneja, como puede, la regulación de su termostato emocional. No está de más tomarnos la presión y registrar y alistar qué es lo que realmente no toleramos y cuánto somos capaces de flexibilizar a diario cada situación.
La tolerancia, así como el optimismo, predispone positivamente el funcionamiento del sistema inmunológico y mejora el ánimo y la salud. Por lo pronto, reduce los niveles de estrés y ansiedad. Tolerar es una invitación a dejar de lado la obsesión, a dejar de correr detrás del ideal de perfección, de los caprichos del consumo y de la histeria de la moda; a dejar de querer controlar o tener todo (o casi todo). Aprender a tolerar es reconocer que la intolerancia, como diría Freud, es la expresión de un narcisismo que aspira a autoafirmarse, así como los resabios de esa agresividad primaria e instintiva del hombre. Tolerancia es evitar toda y cualquier tipo de violencia.
Que tolerar no se confunda con soportar ni terminar pagando un alto precio por aquello que en nada se parece a lo que profundamente deseamos para nosotros. Es tan importante tolerar como saber decir basta, de la manera más saludable posible para todos.
La tolerancia nos ayuda a evitar o atemperar el efecto cascada del enojo y la ira. Cuántas guerras se libraron por culpa de la intolerancia. Cuántas relaciones terminaron por no identificar qué, cómo y cuánto es lo que debían aprender a escucharse, dialogar, revertir o conciliar. No por nada, siempre, de manera equitativa, alguien tiene que ceder.
La tolerancia, y todas sus llaves, se enseñan desde la primera edad. La tolerancia es contagiosa, establece patrones de conducta, estilos de personalidad y de relación. Es la base de un hogar libre y saludable. ¿Hasta dónde nuestros hijos son lo que pretendemos? ¿Hasta dónde son únicamente lo que podemos llegar a tolerar? ¿Hasta dónde nos permitimos ser lo que nuestros padres esperan o toleran de nosotros? ¿Cuánto aceptamos los unos de los otros? ¿Cuánto dialogamos? ¿Cuánto valoramos la mesa familiar, seamos cuántos seamos? ¿Cuánto sabemos agradecer y perdonar?
Gandhi diría: "Si respondemos ojo por ojo lo único que conseguiremos será un país de ciegos."
En el lenguaje técnico o industrial, cuando se habla de tolerar se hace referencia al margen de error admisible. Si bien no somos máquinas, vale preguntarnos ¿hasta dónde o cuánto somos capaces de tolerar?, ¿cuándo aparece en nosotros la intolerancia?
Así como hay límites y reglas universales o propios de una cultura, signados por el respeto hacia las ideas, creencias o prácticas diferentes o contrarias a las propias, cada quien maneja, como puede, la regulación de su termostato emocional. No está de más tomarnos la presión y registrar y alistar qué es lo que realmente no toleramos y cuánto somos capaces de flexibilizar a diario cada situación.
La tolerancia, así como el optimismo, predispone positivamente el funcionamiento del sistema inmunológico y mejora el ánimo y la salud. Por lo pronto, reduce los niveles de estrés y ansiedad. Tolerar es una invitación a dejar de lado la obsesión, a dejar de correr detrás del ideal de perfección, de los caprichos del consumo y de la histeria de la moda; a dejar de querer controlar o tener todo (o casi todo). Aprender a tolerar es reconocer que la intolerancia, como diría Freud, es la expresión de un narcisismo que aspira a autoafirmarse, así como los resabios de esa agresividad primaria e instintiva del hombre. Tolerancia es evitar toda y cualquier tipo de violencia.
Que tolerar no se confunda con soportar ni terminar pagando un alto precio por aquello que en nada se parece a lo que profundamente deseamos para nosotros. Es tan importante tolerar como saber decir basta, de la manera más saludable posible para todos.
La tolerancia nos ayuda a evitar o atemperar el efecto cascada del enojo y la ira. Cuántas guerras se libraron por culpa de la intolerancia. Cuántas relaciones terminaron por no identificar qué, cómo y cuánto es lo que debían aprender a escucharse, dialogar, revertir o conciliar. No por nada, siempre, de manera equitativa, alguien tiene que ceder.
La tolerancia, y todas sus llaves, se enseñan desde la primera edad. La tolerancia es contagiosa, establece patrones de conducta, estilos de personalidad y de relación. Es la base de un hogar libre y saludable. ¿Hasta dónde nuestros hijos son lo que pretendemos? ¿Hasta dónde son únicamente lo que podemos llegar a tolerar? ¿Hasta dónde nos permitimos ser lo que nuestros padres esperan o toleran de nosotros? ¿Cuánto aceptamos los unos de los otros? ¿Cuánto dialogamos? ¿Cuánto valoramos la mesa familiar, seamos cuántos seamos? ¿Cuánto sabemos agradecer y perdonar?
Gandhi diría: "Si respondemos ojo por ojo lo único que conseguiremos será un país de ciegos."
Artículo de Eduardo Chaktoura para LaNacion.
Foto: Alma Larroca
Foto: Alma Larroca
6 comentarios:
Es cierto, a veces hay confusion con el término.Tolerar o aguantar como decimos por acá. Muy lindo este artículo. Mis saludos
Hola, aprender a ser tolerantes implica no solo autorregularnos y soportar situaciones o a los demas.Como decís lo del término.Ser tolerantes es mucho más, es tener la capacidad de enfrentar frustraciones, la habilidad de cambiar, es tener criterios adecuados y apertura de opinion, implica mucho, mucho. Gracias por la visita.
Hola,pero como me gustó. Y cuanto tiempo escuchandote hablar del tema y en el trabajo con los chicos enseñarles tolerancia es importante.Besotes
Hola Silvia, subí el artículo porque fue el día mundial de la tolerancia, poca gente sabe. Con tantos días mundiales..Y, seguiré hablando con los padres y con los chicos trabajando, con tanta frustración se hace imprescindible.
Nos vemos, verdad?
Hola wapa!!
me encanta como escribes, cuánta razón tienes en todo.
Siempre me ha gustado mucho esa cita de Ghandi.
Un besito wapa!!
Hola Vane, me gusta escribir pero no todo lo que alzo en el blog, al menos últimamente es mío. Los artículos que selecciono tienen mucho que ver con mis criterios, a veces pienso.. "es como si yo lo hubiera dicho" y lo alzo. Da gusto encontrar gente que sienta, piense y hasta lo diga como uno lo haría. Gracias y un abrazo.
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