Este artículo habla de los vicios del sistema educativo cuestionando qué es lo que realmente hacen los alumnos durante las horas de clases y cuánto tiempo dedican a aprender
El tiempo en la escuela
Por Micaela Urdinez
| LA NACION
"Abrir libros de lectura, subrayar
manuales, rendir exámenes, dar lecciones orales, descansar en los recreos,
charlas con amigos, discutir con el profesor, chatear en clase, copiar
ejercicios del pizarrón, adquirir nuevos conocimientos: un día promedio de
clase en cualquier escuela del país. Pero, ¿cuánto efectivamente aprenden los
alumnos?¿A qué dedican las horas mientras están en la escuela? En un año
lectivo en el que desde el Gobierno van a hacer énfasis en la extensión de la
jornada escolar, vale la pena preguntare cuáles son los vicios del sistema
escolar que hacen que los chicos pierdan gran parte de su valioso tiempo
destinado a la educación y a su desarrollo humano.
Porque cada alumno es distinto - tiene diferentes
capacidades e inclinaciones, procede de medios y familias dispares - la escuela
se enfrenta al enorme desafío de encontrar la manera de que todos aprendan las
mismas cosas en un mismo tiempo.
"La escuela va más lento que un caracol o
tortuga", espeta un estudiante secundario de una escuela pública en el
libro Jóvenes que miran la escuela de Cimientos, haciendo alusión a la
repetición de contenidos, actividades y explicaciones pero también porque la
continuidad en el tiempo se ve interrumpida por muchos días sin clases producto
de la ausencia de los alumnos, de los docentes, de los paros, de los feriados y
de problemas edilicios. De hecho, el conflicto salarial docente ya retrasó el
inicio de un ciclo lectivo que prometió 190 días de clases, y cuesta creer
pueda cumplir con su palabra.
Porque lo primero que necesitan los alumnos para
poder aprender es contar con días efectivos de clases (y no que estén
condicionados por trasfondos políticos), con una infraestructura básica, con
docentes que asistan a clases. Después se puede poner el foco en si la
manera en la que enseñan los docentes es la adecuada y la más eficiente.
Todos los especialistas señalan que es
fundamental que los chicos tengan tiempo para descansar y divertirse durante
los recreos.
"El gran fracaso de la educación formal es
no poder mantener el interés por aprender que tiene un chico desde su
nacimiento. Los traemos al colegio y después no quieren saber nada más con
aprender", explica Federico Johansen, vicedirector general del
Belgrano Day School, institución bilingüe de doble turno, que alberga a 1200
alumnos desde jardín a secundaria. Según su vasta experiencia en colegios con
diferentes perfiles de alumnos y recursos, se pierde el tiempo en "las
infinitas horas libres, en los docentes taxi que aprovechan la hora de clase
para corregir lo que tienen de otras escuelas y mandan a los chicos a leer del
manual, cuando se toma lección oral a un alumno mientras los demás miran,
cuando se les pide que aprendan demasiadas cosas de memoria, cuando tienen que
copiar toda la clase del pizarrón. Todavía hay muchos docentes que hoy siguen
enseñando así".
El tiempo escolar no es continuo y monótono, como
el del reloj. Es un devenir que tiene otras lógicas y sus minutos parecieran
poder estirarse para tener más duración o encogerse para seguir sucediéndose
sin sentido. Porque en la escuela, el tiempo que interesa es en el que sucede
algo, aquel en que el alumno aprende y el profesor enseña. Pero este aprender
no tiene que ver sólo con los contenidos pedagógicos, sino también con los
hábitos, los valores, sus habilidades relacionales y su autoestima.
"El tiempo en la escuela es utilizado
para distintas actividades y rutinas que conforman la vida de la escuela. Entre
estas rutinas podemos nombrar el formar filas, los rituales escolares de
entrada y de salida que muchas escuelas llevan a cabo, el destinarle tiempos a
temas que surgen no planificados pero relevantes como una charla sobre un
acontecimiento que involucra a los alumnos y que vale la pena abordarlo, a los
recreos. También se destina tiempo al establecimiento de un clima de clase apto
para la enseñanza -tiempo que resta a otros más sustantivos -. Otros se
destinan a brindar los servicios de desayunos, comedor o meriendas. Pero, el
mayor tiempo de la escuela, se lo lleva el proceso educativo en sentido
estricto, el tiempo destinado a enseñar. Este tiempo suele ponderarse entre dos
horas y media a tres por día. Es posible que un uso del tiempo más efectivo y
climas favorables, incrementen las horas destinadas al proceso educativo",
explica Elena Duro, especialista de Unicef Argentina".
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Alumnos de primaria caminan por los pasillos del Belgrano
Day School. Foto: Ricardo Pristupluk
2 comentarios:
Algo que siempre me cuestioné. La educacion formal tan distinta que es a la especial que tuvo mi hijo al menos y tanto aprovechó. Saludos y buen inicio de año
Hola Ana María, sí en educación especial el tiempo es oro como se dice. La educación individualizada se da todo el tiempo en niños con necesidades específicas. Gracias por tu visita y cariños
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