LA TRANSICIÓN es una situación que todos los niños y niñas pasan diariamente y no siempre es prevista adecuadamente y puede convertirse en un período estresante, desatando conflictos en los niños/as y muchas preocupaciones en los padres. Una transición puede ser algo aparentemente sin importancia como cambiar de actividad, ir de un cuarto a otro o algo más importante, como un cambio en los miembros de la familia o asistir a una nueva terapia, nueva guardería o colegio.
¿Qué es la transición?
Como definición son "Los momentos críticos de cambio que viven los niños y las niñas al pasar de un ambiente a otro en búsqueda de oportunidades para su desarrollo y aprendizaje para la vida y la escuela”.
La transición en los niños/as se da no solo pasando de un lugar a otro sino de una situación, actividad o de una relación a otra. Es el proceso en donde el niño/a tiene que transferir una habilidad básica y social luego de haberla generalizado. Abarca un conjunto de habilidades, actitudes sociales y adaptativas acompañadas de un proceso emocional adecuado y también adaptado. Son muchas las situaciones cotidianas en las cuales debemos irlos preparando desde chicos a que puedan autorregularse, ser tolerantes y más flexibles ante los cambios, ya que vendrán muy seguidos y la vida futura está llena de ellos. Es necesario ayudar y guiar a los niños/as durante las transiciones, anticiparnos y anticipar el desafío que viene recurriendo a modos y estrategias adecuados de comunicación. Las transiciones pueden ser verbales, físicas, situacionales y emocionales. Están compuestas de partes, pasos o etapas como todo proceso. Estos pueden ser primero la pre-transición, la transición verbal, la pre-advertencia y luego la transición en sí. La preparación para la transición evita que los niños/as entren en “shock”, lo cual puede generar conductas inadecuadas resistencias, gritos o berrinches entre otras. Es importante y necesario para los niños/as saber mental y emocionalmente que algo está por venir. Las transiciones deben ser lo más claras posibles. Si sacamos a un niño que está jugando con autitos o bloques y los llevamos al comedor o al baño, realizamos una transición física. El niño/a podría llorar porque mentalmente todavía sigue visualizando la actividad que estaba haciendo. Un cambio brusco y sin previo aviso resulta frustrante. En este proceso tenemos que hacer buen uso del refuerzo social. El refuerzo más potente es la atención del adulto, la aprobación en forma sistemática de su conducta o el ignorarla como ya se sabe puede facilitar o complicar.
Las transiciones son una excelente técnica para resolver situaciones y posibles conflictos. Los niños/as que carecen de la habilidad cognitiva y socioemocional para hacer transiciones adecuadas pueden frustrarse en la escuela, en el medio social y en la vida. Es una destreza que el niño y la niña necesitan aprender desde temprano. Un niño/a tiene que aprender desde pequeño/a a comenzar algo, hacerlo por un tiempo, darle fin, esperar o hacer una pausa y pasar a lo siguiente. Acomodando el tiempo a sus necesidades claro está. Recordemos que esto los habilitará a desarrollar más su funcion ejecutiva. Los niños/as son muy concretos, necesitan ver y hacer algo para entenderlo, procesarlo y asumirlo para mejorar su habilidad para el cambio.
Los adultos debemos apoyarlos a cada niño/a según lo necesite. A veces vemos que cuando son muy pequeños se les da objetos para sentirse cómodos durante las transiciones, no siempre es necesario. A medida que crecen los niños/as estos juguetes deben ser sustituidos por la contención emocional que brinda el adulto.
Las actividades de transición necesitan convertirse en rutinas. Deben ser consistentes y claras a traves de las instrucciones y verbalizaciones y los niños/as deben estar conscientes de ellas. Durante la transición ayuda mucho tener ayudas visuales, láminas secuenciadas con los pasos de qué viene primero y qué viene después, para comprender la causalidad, historias sociales o canciones, pero antes de usar estos métodos, los niños necesitan recibir señales verbales de las advertencias de transición. Pero de todos estos recursos el más importante es el humano, "el adulto que adquiere una significancia para el niño" el cual asocia su estado emocional, confianza y seguridad hacia él, basado en anteriores situaciones resueltas y reforzadas. Así se va dando la generalización por esa situación discriminada como que “Todo esta bien, no pasa nada, puedo estar tranquilo y autorregularme”. Si queremos que el niño/a logre autorregularse los adultos debemos estar tranquilos y seguros al hacer estos pasos. La persona que guía una transición debe ser un adulto significativo. Hacer transiciones es un proceso para todo el día. Los niños necesitan ser pre-advertidos. Necesitamos bajar a su nivel y hablar con ellos sobre lo que está por venir y tener cuidado de no usar palabras que ellos no entiendan.
Obtenemos control a través de las rutinas, de esa manera los niños saben qué esperar. No sirve sólo decirles qué hacer. Tratemos de no cambiar las rutinas con frecuencia, porque podemos confundirlos. La estructura es muy útil para aliviar el estrés que siente un niño durante las transiciones, al inicio sobre todo y luego trabajar la flexibilidad. Las rutinas varian y tienen que ir ajustandose según necesidad y particularidad y personalidad de los niños/as. Tenemos que evitar trabajar en base a nuestras necesidades, a nuestras propias ansiedades como adultos, a lo que nosotros como adultos esperamos que suceda. Lo que tenemos que lograr que el niño/a se prepare para su transición. ¿Cómo? Tarea difícil. Primero, nosotros como adultos debemos estar convencidos del porqué es importante que los niños pasen y se enfrenten a las transiciones. Como se sabe hay varios tipos de transiciones, (físicas, ambientales, emocionales..) a través de este escrito veremos qué significa para los adultos la transición.
El adulto tiene que aprender a darse cuenta de cual es cual. Ir a la plaza, al supermercado, a un cumpleaños; son transiciones físicas, tiene que ver con un cambio de lugar. Pero esto no es todo ni tan simple. El niño/a antes de hacer la transición -que sea- a lo primero que se enfrenta es a su estado emocional. Y esto tiene que ver con su miedo interno, tiene que ver con su rigidez mental. Entonces, antes de irnos a un lugar cualquiera, los adultos tenemos que saber que el niño o niña pasará por un estado emocional que lo más probable sea de negación o miedo. Ante eso tenemos que recurrir como: Primer paso a preguntarle según su nivel comprensivo; ¿Qué pasa o que sientes si nos vamos a tal lugar? Segundo, escuchar la respuesta del niño/a (verbal o corporal), a través de lenguaje gráfico mostrarle estados de emociones y que el niño/a señale, muestre o diga el estado que siente al enfrentarse a ese cambio. Si el niño/a no expresa, no señala por dificultad a nivel expresivo, entonces los adultos tenemos que observar qué cara o gestos produce al escuchar que vamos a tal lugar. En ese caso al igual que el anterior, darle contención, apoyarlo hablando de ese miedo y a la vez recurrir a través de lo visual (imagen del lugar, historias) contarle todo lo que le puede ofrecer de positivo ese nuevo lugar a conocer o visitar. Si es un supermercado por ejemplo decirle, “Mira ahí está el alimento que te gusta, ahí está el guardia que te saluda, vas a cargar las cosas en el carrito, etc.” Buscar todo lo positivo que se encuentra allí para motivarlo, y si nuevamente recurre al miedo o la negación, volver a trabajar desde lo emocional y llevarle a la situación como para una evaluación. “Mira vamos a ese lugar, y vemos que sientes y volvemos a hablar”, así en forma progresiva, tanto adultos como niños/as aprendemos frente a una transición a contenernos, a escucharnos, a hablar y a manejar la situación en conjunto. Aquí tenemos que tener cuidado de no caer en promesas ofreciendo recompensas como comida, lo más adecuado es utilizar incentivos sociales o actividades y juegos. Los niños/as tienen que ser parte activa tanto de la actividad como de la transición. Los niños/as trasmiten con sus códigos comunicacionales, expresándose gestual, verbal o conductualmente. Es importante la vinculación y el relacionamiento adecuado para no caer en interpretaciones o generalidades de estos códigos. Siempre escuchamos a los padres y madres decir que les cuesta distinguir cuando es una conducta inadecuada o cuando es algo inherente a su peculiaridad. Es importante conocerlos bien, sus gustos, mañas, necesidades, temperamentos. Saber en qué nivel están en relación a su proceso cognitivo, comprensivo, de comunicación, alimentación, el sueño y todo lo demás. Respetar sus procesos. Todo esto es fundamental ya que no se pueden imponer transiciones o rutinas que no concuerden con su desarrollo. Debemos ser buenos observadores, analizar y evaluar por qué tal situación particular causa grandes conflictos durante las transiciones. Analizar las circunstancias que rodean las situaciones. Por ejemplo, podría ser que los niños/as no quieren hacer la actividad propuesta debido a causas sensoriales u otros problemas. También podríamos ajustar el horario según sus necesidades, u otros acomodamientos en el espacio o lugar donde se encuentre el niño/a. La observación es clave a la hora de trabajar con el temperamento de los niños/as. Observemos sus intereses, necesidades y temores, y tomemos nota de cómo responden a los adultos, a otros niños, y al medio ambiente.
Lo que sí funciona es; Inculcar a los niños rutinas desde el inicio. Si los niños aprenden desde un comienzo lo que se espera de ellos, y si lo hacemos todos juntos ( padres, maestros, terapeutas), obtendremos resultados, evitaríamos la confusión y el enojo. Recordemos siempre respetar su necesidad de ser pre-advertidos, anticipados. Necesitamos ser pacientes y tolerantes y buscar cómo anticiparnos en forma creativa. Ya sea en la casa como en la escuela lo primero que debemos hacer es hablar con lo niños/as acerca de las cosas que vamos a hacer ese día y Planear con anticipación llegando a un acuerdo con los demás miembros de la casa y terapeutas.
De esa forma los niños entenderán el concepto y generalizarán mejor. Hablamos del adulto significativo y una de las cualidades que debemos tener para serlo es la consistencia. El niño/a debe saber y aprender que el adulto hace lo que dice o dice lo que cumple. El niño/a conoce al adulto y sabe que no va a ceder. Esto hace que sea más fácil para el niño/a comprender y adaptarse a las transiciones. Al conocer cuáles son las expectativas, el niño hará la transición más fácil.
¿Qué es la transición?
Como definición son "Los momentos críticos de cambio que viven los niños y las niñas al pasar de un ambiente a otro en búsqueda de oportunidades para su desarrollo y aprendizaje para la vida y la escuela”.
La transición en los niños/as se da no solo pasando de un lugar a otro sino de una situación, actividad o de una relación a otra. Es el proceso en donde el niño/a tiene que transferir una habilidad básica y social luego de haberla generalizado. Abarca un conjunto de habilidades, actitudes sociales y adaptativas acompañadas de un proceso emocional adecuado y también adaptado. Son muchas las situaciones cotidianas en las cuales debemos irlos preparando desde chicos a que puedan autorregularse, ser tolerantes y más flexibles ante los cambios, ya que vendrán muy seguidos y la vida futura está llena de ellos. Es necesario ayudar y guiar a los niños/as durante las transiciones, anticiparnos y anticipar el desafío que viene recurriendo a modos y estrategias adecuados de comunicación. Las transiciones pueden ser verbales, físicas, situacionales y emocionales. Están compuestas de partes, pasos o etapas como todo proceso. Estos pueden ser primero la pre-transición, la transición verbal, la pre-advertencia y luego la transición en sí. La preparación para la transición evita que los niños/as entren en “shock”, lo cual puede generar conductas inadecuadas resistencias, gritos o berrinches entre otras. Es importante y necesario para los niños/as saber mental y emocionalmente que algo está por venir. Las transiciones deben ser lo más claras posibles. Si sacamos a un niño que está jugando con autitos o bloques y los llevamos al comedor o al baño, realizamos una transición física. El niño/a podría llorar porque mentalmente todavía sigue visualizando la actividad que estaba haciendo. Un cambio brusco y sin previo aviso resulta frustrante. En este proceso tenemos que hacer buen uso del refuerzo social. El refuerzo más potente es la atención del adulto, la aprobación en forma sistemática de su conducta o el ignorarla como ya se sabe puede facilitar o complicar.
Las transiciones son una excelente técnica para resolver situaciones y posibles conflictos. Los niños/as que carecen de la habilidad cognitiva y socioemocional para hacer transiciones adecuadas pueden frustrarse en la escuela, en el medio social y en la vida. Es una destreza que el niño y la niña necesitan aprender desde temprano. Un niño/a tiene que aprender desde pequeño/a a comenzar algo, hacerlo por un tiempo, darle fin, esperar o hacer una pausa y pasar a lo siguiente. Acomodando el tiempo a sus necesidades claro está. Recordemos que esto los habilitará a desarrollar más su funcion ejecutiva. Los niños/as son muy concretos, necesitan ver y hacer algo para entenderlo, procesarlo y asumirlo para mejorar su habilidad para el cambio.
Los adultos debemos apoyarlos a cada niño/a según lo necesite. A veces vemos que cuando son muy pequeños se les da objetos para sentirse cómodos durante las transiciones, no siempre es necesario. A medida que crecen los niños/as estos juguetes deben ser sustituidos por la contención emocional que brinda el adulto.
Las actividades de transición necesitan convertirse en rutinas. Deben ser consistentes y claras a traves de las instrucciones y verbalizaciones y los niños/as deben estar conscientes de ellas. Durante la transición ayuda mucho tener ayudas visuales, láminas secuenciadas con los pasos de qué viene primero y qué viene después, para comprender la causalidad, historias sociales o canciones, pero antes de usar estos métodos, los niños necesitan recibir señales verbales de las advertencias de transición. Pero de todos estos recursos el más importante es el humano, "el adulto que adquiere una significancia para el niño" el cual asocia su estado emocional, confianza y seguridad hacia él, basado en anteriores situaciones resueltas y reforzadas. Así se va dando la generalización por esa situación discriminada como que “Todo esta bien, no pasa nada, puedo estar tranquilo y autorregularme”. Si queremos que el niño/a logre autorregularse los adultos debemos estar tranquilos y seguros al hacer estos pasos. La persona que guía una transición debe ser un adulto significativo. Hacer transiciones es un proceso para todo el día. Los niños necesitan ser pre-advertidos. Necesitamos bajar a su nivel y hablar con ellos sobre lo que está por venir y tener cuidado de no usar palabras que ellos no entiendan.
Obtenemos control a través de las rutinas, de esa manera los niños saben qué esperar. No sirve sólo decirles qué hacer. Tratemos de no cambiar las rutinas con frecuencia, porque podemos confundirlos. La estructura es muy útil para aliviar el estrés que siente un niño durante las transiciones, al inicio sobre todo y luego trabajar la flexibilidad. Las rutinas varian y tienen que ir ajustandose según necesidad y particularidad y personalidad de los niños/as. Tenemos que evitar trabajar en base a nuestras necesidades, a nuestras propias ansiedades como adultos, a lo que nosotros como adultos esperamos que suceda. Lo que tenemos que lograr que el niño/a se prepare para su transición. ¿Cómo? Tarea difícil. Primero, nosotros como adultos debemos estar convencidos del porqué es importante que los niños pasen y se enfrenten a las transiciones. Como se sabe hay varios tipos de transiciones, (físicas, ambientales, emocionales..) a través de este escrito veremos qué significa para los adultos la transición.
El adulto tiene que aprender a darse cuenta de cual es cual. Ir a la plaza, al supermercado, a un cumpleaños; son transiciones físicas, tiene que ver con un cambio de lugar. Pero esto no es todo ni tan simple. El niño/a antes de hacer la transición -que sea- a lo primero que se enfrenta es a su estado emocional. Y esto tiene que ver con su miedo interno, tiene que ver con su rigidez mental. Entonces, antes de irnos a un lugar cualquiera, los adultos tenemos que saber que el niño o niña pasará por un estado emocional que lo más probable sea de negación o miedo. Ante eso tenemos que recurrir como: Primer paso a preguntarle según su nivel comprensivo; ¿Qué pasa o que sientes si nos vamos a tal lugar? Segundo, escuchar la respuesta del niño/a (verbal o corporal), a través de lenguaje gráfico mostrarle estados de emociones y que el niño/a señale, muestre o diga el estado que siente al enfrentarse a ese cambio. Si el niño/a no expresa, no señala por dificultad a nivel expresivo, entonces los adultos tenemos que observar qué cara o gestos produce al escuchar que vamos a tal lugar. En ese caso al igual que el anterior, darle contención, apoyarlo hablando de ese miedo y a la vez recurrir a través de lo visual (imagen del lugar, historias) contarle todo lo que le puede ofrecer de positivo ese nuevo lugar a conocer o visitar. Si es un supermercado por ejemplo decirle, “Mira ahí está el alimento que te gusta, ahí está el guardia que te saluda, vas a cargar las cosas en el carrito, etc.” Buscar todo lo positivo que se encuentra allí para motivarlo, y si nuevamente recurre al miedo o la negación, volver a trabajar desde lo emocional y llevarle a la situación como para una evaluación. “Mira vamos a ese lugar, y vemos que sientes y volvemos a hablar”, así en forma progresiva, tanto adultos como niños/as aprendemos frente a una transición a contenernos, a escucharnos, a hablar y a manejar la situación en conjunto. Aquí tenemos que tener cuidado de no caer en promesas ofreciendo recompensas como comida, lo más adecuado es utilizar incentivos sociales o actividades y juegos. Los niños/as tienen que ser parte activa tanto de la actividad como de la transición. Los niños/as trasmiten con sus códigos comunicacionales, expresándose gestual, verbal o conductualmente. Es importante la vinculación y el relacionamiento adecuado para no caer en interpretaciones o generalidades de estos códigos. Siempre escuchamos a los padres y madres decir que les cuesta distinguir cuando es una conducta inadecuada o cuando es algo inherente a su peculiaridad. Es importante conocerlos bien, sus gustos, mañas, necesidades, temperamentos. Saber en qué nivel están en relación a su proceso cognitivo, comprensivo, de comunicación, alimentación, el sueño y todo lo demás. Respetar sus procesos. Todo esto es fundamental ya que no se pueden imponer transiciones o rutinas que no concuerden con su desarrollo. Debemos ser buenos observadores, analizar y evaluar por qué tal situación particular causa grandes conflictos durante las transiciones. Analizar las circunstancias que rodean las situaciones. Por ejemplo, podría ser que los niños/as no quieren hacer la actividad propuesta debido a causas sensoriales u otros problemas. También podríamos ajustar el horario según sus necesidades, u otros acomodamientos en el espacio o lugar donde se encuentre el niño/a. La observación es clave a la hora de trabajar con el temperamento de los niños/as. Observemos sus intereses, necesidades y temores, y tomemos nota de cómo responden a los adultos, a otros niños, y al medio ambiente.
Lo que sí funciona es; Inculcar a los niños rutinas desde el inicio. Si los niños aprenden desde un comienzo lo que se espera de ellos, y si lo hacemos todos juntos ( padres, maestros, terapeutas), obtendremos resultados, evitaríamos la confusión y el enojo. Recordemos siempre respetar su necesidad de ser pre-advertidos, anticipados. Necesitamos ser pacientes y tolerantes y buscar cómo anticiparnos en forma creativa. Ya sea en la casa como en la escuela lo primero que debemos hacer es hablar con lo niños/as acerca de las cosas que vamos a hacer ese día y Planear con anticipación llegando a un acuerdo con los demás miembros de la casa y terapeutas.
De esa forma los niños entenderán el concepto y generalizarán mejor. Hablamos del adulto significativo y una de las cualidades que debemos tener para serlo es la consistencia. El niño/a debe saber y aprender que el adulto hace lo que dice o dice lo que cumple. El niño/a conoce al adulto y sabe que no va a ceder. Esto hace que sea más fácil para el niño/a comprender y adaptarse a las transiciones. Al conocer cuáles son las expectativas, el niño hará la transición más fácil.
Imagen:José Emilio de PDP en el Colegio
7 comentarios:
No sé por qué me suena, jeje. Muy buena entrada!!! Es algo que a veces yo como madre me olvido, y eso genera un conflicto innecesario. Por suerte las terapeutas me han ido corrigiendo!!!
Muchos besos!
Hola Marina, este tema da para mucho, de verdad y no es nada fácil. Parece simple pero no lo es, con el tiempo lo incorporamos. Uy! unos sapos me están persiguiendo por el blog, no se que le pasa a esa página, jaja Que estes bien. Cariños
Carmen, no puedo casi leerte por los sapos congelados jajaja
Es seguro que tu plantilla, tiene un fondo con una imágen pequeña, que se repite...si te fijas en el código html de la misma, verás algo así:
body {
background: #color url(URL_imagen) repeat;
URL_imagen: seguro está alojada en ImageShack, hace unos días que no funciona...o funciona por un rato y luego no.
Besos!
Hola Graciela, sí, estos sapos me han echo la vida imposible,mis imágenes estan guardadas en esa página. No tengo tiempo para sentarme a ver como lo soluciono. Anabel y Maite ya solucionaron y yo tengo que lograrlo también! de última cambiar de plantilla es fácil.Gracias y cariños
Me gusto este tema. Algo pasa con mi hijo, paso al preescolar y esta llorando mucho.Estoy preocupada.Saludos
Hola Karina, disculpa, me ausente por cuestiones familiares.No dejes pasar, averigua que está pasando. Habla con la profe y pregúntale como esta haciendo la transición. Puede haber algun factor en el ambiente, algun niño que molesta o llora. Trata de identificar con ella las variables. Se objetiva, puede ser parte de su proceso. Escríbeme al correo si quieres. Suerte y cariños
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