Un punto de vista sobre los conceptos de nutrición emocional y satisfacción personal, entre otros, en el siguiente artículo de Laura Gutman.
"Si hemos atravesado nuestra infancia poco amparados o poco protegidos, haciendo grandes esfuerzos para sobre adaptarnos, es posible que en la actualidad entremos en competencia con los niños desde el hambre emocional. Grandes y pequeños nos pelearemos por un trozo de mirada, quejándonos de que nuestros hijos “están terribles”, son muy “demandantes”, estamos hartos de que “se enfermen”, o que “no respeten a los mayores”. Nos parece inaceptable que abandonen la escuela o que se droguen o que no coman o que se escapen o que tengan sexo sin protegerse.
Cuando un niño no es suficientemente nutrido emocionalmente durante la infancia, va a seguir necesitando eso que pidió, aunque modificará el modo en que formulará el pedido. La edad no calma la sed. La edad sólo disfraza las necesidades primarias en otras más presentables en sociedad. El niño necesitado se convertirá en un joven desesperado, ávido, feroz. Por eso, no importa con cuánta comida se atosigue, cuánta droga lo calme, cuánta agresión drene o cuántas pastillas lo duerman…no va a obtener cuidados maternos. Esto es consecuencia de una gran equivocación. Porque toda droga va a requerir más dosis. Toda relación dependiente lo va a llevar a relaciones aún más destructivas. Toda dieta lo va a arrojar a un circuito de restricciones. Todo acceso al alcohol lo va a dejar más prisionero de sus borracheras. Y toda distancia emocional lo va a colocar cada vez más lejos en su propio desierto.
Es verdad que tenemos la intención de amar y educar a nuestros hijos. Resulta que el amor puede estar presente como idea personal y colectiva. Pero amar concretamente a los hijos todos los días y todas las noches requiere comprender de dónde venimos…para entender las contradicciones profundas que sentimos cuando nuestros hijos pequeños nos demandan atención, presencia, conexión y amparo. Si nos sentimos desbordados o exigidos, es urgente emprender un camino de conocimiento personal, haciéndonos cargo de las improntas básicas que tenemos grabadas bajo la falta de cuidado o de palabras. Esas necesidades infantiles no nos fueron satisfechas en el pasado. Ahora nos corresponde reconocer qué es lo que nos ha acontecido, para decidir qué haremos hoy, es decir, cómo alimentaremos a nuestro niño herido y hambriento, para no trasladar esa hambre sobre nuestros hijos".
Escrito por Laura Gutman
Fuente: www.lauragutman.com
Imagen: Juan Carlos Bovari
6 comentarios:
Buen día Carmen :)
Muchos de los problemas, adicciones, que tienen nuestrxs hijxs son producto de lo que no elaboramos lxs adultxs cuando niñxs.
No creo en el instinto maternal, una comienza a ser mamá o papá cuando el/la niñx nace.
Sería bueno educar en el deseo de tener lxs hijxs.
Como tuve una madre perversa, dentro de la terapia pregunté al doctor si repetiría 'el modelo' cuando tuviera hijxs; me dijo que no; una anda dando tumbos en ésto de la maternidad, me alegro que sean buenas chicas :)
Buena semana, besos!
Un artículo muy interesante, Carmen. Yo creo que tiene toda la razón. He visto muchos casos en los que los padres (O, más bien, las madres) han fallado con sus hijos y ahora los hijos están perdidos (No literalmente, claro). Es el caso, por ejemplo, de mis amigos de la infancia. Después de crecer con una madre borracha y drogadicta, ellos se han vuelto borrachos y porreros (Y vete a saber si no toman alguna droga), además de quinquis.
Y éste es sólo un caso. Yo conozco varios, pero los habrá a patadas.
Supongo que la maternidad es una de las condiciones más dífisiles de la mujer, tampoco creo en el instinto y no siempre se repite el modelo. La estructura emocional de un niño es frágil, puede verse afectada en la afectividad según lo vivido. Buena semana!
Hola Saiko, Entiendo, perdidos en sentido de confundidos a nivel afectivo o emocional, falta de madurez, etc. Si bien no todos repiten los modelos o patrones de conducta vividos en la infancia, en casos de exesos, como me cuentas es más difísil salir a flote, sin duda. Un abrazo
Gracias por compartir. Mis hijos son mi alimento y mi fuerza cotidiana para acunar a mi niña pequeña, tan dañada. Mis hijos son el mejor bálsamo.
Gracias Irene,me alegra escuchar eso. Se nota que sos una gran mamá. Cariños
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